Es algo muy recurrente, estamos sentados en nuestra oficina, en nuestro sillón, en la banca de la escuela y al enterarnos de lo que ha hecho nuestro equipo empezamos a maldecir al dueño.
Oribe Peralta recuperó el olfato perdido, se sacudió la malaria y se destapó finalmente con cuatro goles y no podía ser más oportuna puesto que varios, entre los que me incluyo, pedían banca.