Maracanazo y bicampeonato: Uruguay, campeón del mundo de 1950

La celeste le dio forma al resultado más estruendoso en la historia de los Mundiales, a costa de 200 mil brasileños que habían colmado el histórico recinto.

Maracanazo y bicampeonato: Uruguay, campeón del mundo de 1950. (Foto: FIFA)

Solo tres personas en la historia han conseguido hacer callar el Maracaná con un solo gesto: el Papa, Frank Sinatra y yo”, es una de las frases más recordadas en la historia del futbol, misma que fue repetida una y otra vez por Alcides Edgardo Ghiggia, un uruguayo de gran sonrisa y de una velocidad fenomenal, cada que recordaba esa anotación suya que puso el 2-1 en el marcador en la Final del Mundial de 1950 entre Brasil y Uruguay.

Inesperadamente, el extremo apareció al minuto 79 para encaminar el resultado más estruendoso en la historia del balompié, el que con el paso de los años sería recordado como el Maracanazo gracias al recinto en el que se jugó y que –cuentan– esa calurosa tarde del 16 de junio de 1950 estaba retacada por 200 mil brasileños que confiaban ciegamente en la victoria de una selección que desde entonces ya lucía como una de las mejores del orbe.

La garra uruguaya volvió

Después de ganar la justa en 1930 y de negarse a participar en las ediciones de 1934 y 1938 en represalia a la ausencia de diversas potencias en el Mundial que realizó, la selección uruguaya volvió a reclamar lo que había sido suyo, aunque a diferencia de la primera Copa no podía presumir que era la mejor selección del orbe, pero sí que sería dura como siempre lo había sido.

Todavía con la resaca de la Segunda Guerra Mundial, el certamen contó apenas con 13 participantes, de los cuales siete fueron de América (Brasil, México, Chile, Estados Unidos, Paraguay, Uruguay y Bolivia), mientras que las restantes seis fueron de Europa, entre las cuales resaltaba la irrupción de Inglaterra, representativo que no había participado hasta entonces (las otras cinco fueron Yugoslavia, Suiza, España, Italia y Suecia).

El camino de Uruguay

Por esa razón, se dio forma a un formato que extraña al día de hoy, ya que los uruguayos solo enfrentaron a Bolivia en ronda de grupos debido a la baja de Francia y Perú de última hora, mientras que los otros tres casilleros estaban compuestas por 4 y 3 naciones, de los cuales los que se ubicaran en el primer sitio avanzarían a la segunda fase, en la cual se enfrentarían todos contra todos hasta encontrar a un campeón.

La celeste superó con facilidad 8-0 a Bolivia en su grupo, mientras que Brasil hizo lo propio tras vencer a México, Yugoslavia y empatar con Suiza, sumándose a España y Suiza, que habían gobernado los Grupos 2 y 3 con notoriedad.

Y parecía, hasta entonces, que los esfuerzos de los rivales no servirían de nada y que la Copa se quedaría en casa, porque los brasileños habían encontrado un rendimiento ideal que los llevó a golear a suecos (7-1) y españoles (6-1) ya en la Fase Final, por lo que solo requerían un punto en su partido final para asegurar la Copa, ante un Uruguay que había igualado con ibéricos (2-2) y que apenas venció a los nórdicos (3-2).

La tragedia se gestó

“El ambiente era de euforia, los brasileños estaban seguros de que nos iban a ganar. Nosotros estábamos tranquilos. Además, ya les conocíamos, un par de meses antes jugamos la Copa Río Branco con Brasil, y nos vimos en tres partidos. El primero les ganamos 4-3, el segundo perdimos 2-1 y el tercero caímos 1-0. Así que no estábamos tan lejos de ellos. Nos vino bien para conocer su poderío; sabíamos cuáles eran sus puntos fuertes y sus puntos débiles”, recordó Ghiggia (El País, julio de 2006), sobre ese día en el que se metieron al Maracaná para enfrentar en el último partido de Grupo a sus poderosos vecinos.

Si bien conocían el peligro que estaba enfrente, los resultados arriba mencionados llenaron de confianza a la plantilla uruguaya de que podían competir, idea que se hizo realidad gracias a un bien pensado esquema con el que colmaron el centro del campo para no dejar que el balón fuera paseado por los brasileños como acostumbraban.

El trabajo realizado llevó a que la primera parte acabara sin anotaciones, aunque tras el receso un descuido llevó a Friaca a poner el 1-0 a favor de Brasil al minuto 47, gol que detonó las emociones en el recinto de Río de Janeiro, pero sin lograr apaciguar a un Uruguay indomable que pronto entró de nuevo al partido gracias a Ghiggia, autor de una asistencia a Schiaffino (66’) y un gol –que algunos defienden se comió el portero Barbosa– después de sacudirse la marca de Bigode (79’), el cual no solo silenció a un país entero, sino que le dio forma al resultado más trascendental en las Copas del Mundo.

Los campeones

Roque Máspoli, Matías González, Eusebio Tejera, Juan Carlos González, Obdulio Varela, Víctor Rodríguez, Alcides Ghiggia, Julio Pérez, Óscar Míguez, Juan Schiaffino, Ernesto Vidal, William Martínez, Héctor Vilches, Washington Ortuño, Rodolfo Pini, Luis Rijo, Carlos Romero, Juan Butragueño, Julio César Britos, Aníbal Paz, Schubert Gambetta y Rubén Moran. DT: Juan López Fontana.



  • Eduardo Domínguez
  • Reportero-redactor. Egresado UNAM. Llegué a Mediotiempo en 2019.
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