Justo campeón

Hablar de justicia en el futbol siempre resulta peligroso. Los goles se hacen, no se merecen. Un equipo puede supuestamente  ser el indicado para obtener la victoria por atacar los noventa minutos, pero llega una acción aislada del enemigo para dar al traste con la lógica. Los partidos se ganan con hechos, no con merecimientos. Sin embargo, si existe un elemento digno de ser rescatado de la conclusión del Clausura 2006 es precisamente la coronación del líder general. En un torneo irregular y emocionante a cuentagotas, resulta plausible que existiera congruencia entre el cuadro que se llevó el título y el que sumó más unidades a lo largo de la campaña regular. Cuando menos apareció la usualmente inexistente justicia deportiva.

Pachuca obtuvo su cuarto campeonato en medio de la indiferencia y el olvido. Al desdén provocado por la cercanía de la Copa del Mundo, se sumó la conjugación de estilos de juego conservadores y que transmiten muy poco a la tribuna. Por si fuera poco, ni Tuzos ni Tuneros están considerados como escuadras predilectas de la mayoría de la afición mexicana. El resultado fue una serie de dos partidos tediosos, peleados con más esfuerzo físico que capacidad futbolística. El desenlace del Clausura quedará como referente estadístico, mas no como uno de esos antecedentes que el aficionado recordar de vez en vez.

Para efectos matemáticos la forma fue lo de menos. El conjunto hidalguense tuvo suficiente con sus propios recursos, y colocó una nueva estrella a sus blasones. José Luis Trejo, callado y confirmando la capacidad que había mostrado en Cruz Azul y Jaguares, guió modestamente los destinos de una entidad sólida, que sabe aprovechar las circunstancias para presumirse como una de las representaciones dignas de ser imitadas en el balompié nacional. Los Tuzos son, indiscutiblemente, un ejemplo a seguir en lo que respecta al manejo de imagen. Los cuestionamientos en torno a la transparencia con que Jesús Martínez dirige todo lo referente a su equipo se ven opacados por logros ampliamente envidiables. Los títulos no ocultan las dudas, algunas de ellas fundamentadas, pero sí abren un espacio para reflexionar sobre la necesidad de trabajar con bases bien cimentadas, que contemplen proyectos a mediano y largo plazo. Equipos de alta convocatoria reciben con suma frecuencia lecciones de humildad y trabajo organizacional.

Las reflexiones sobre el nivel del torneo local ya comienzan a perder terreno ante la proximidad de la máxima justa futbolística del orbe. Todo quedará relegado para concentrar la atención en las aventuras de los dirigidos por Ricardo La Volpe en suelo teutón. No obstante, queda para el anecdotario el deficiente espectáculo visto en los últimos meses. Pachuca no tiene la culpa; San Luis, menos… Una vez más, aunque parezca disco rayado, habría que preguntarse sobre la conveniencia de continuar bajo el mismo sistema de competencia.