Columna de Carlos Calderón

Asturias-España. La Primera final profesional

En varias ocasiones les he hablado de dos grandes equipos del futbol mexicano, mismos que hicieron época, sobre todo en aquellos años románticos, cuando el balompié era amateur.

Estos conjuntos, surgidos de la colonia española, aún hoy en día tienen dos de las ligas más importantes a nivel amateur. Hablamos, claro está, del Club España y del Club Asturias. El día de hoy, les voy a platicar sobre la primera final jugada en el futbol mexicano siendo ya profesional. Como bien saben, hasta antes de 1970, cuando comenzaron las liguillas, el equipo que conseguía el mayor número de puntos –como sucede en casi todas las ligas del mundo- es el campeón. Pues lo mismo ocurría en México.

Sin embargo, en algunas ocasiones ha sucedido que ante el empate en puntos, se ha tomado la resolución de hacer uno o dos partidos extra, para así conocer al flamante campeón. Esto mismo, sucedería justo en la temporada 1943-1944, la cual marca el primer torneo profesional en México. En este primer certamen, jugaban diez equipos: Los capitalinos: Asturias, España, Atlante, América y Marte, tres veracruzanos: Veracruz, ADO y Moctezuma (estos 2 últimos de Orizaba) y Atlas y Guadalajara, del estado de Jalisco. Al cabo de las 18 partidos -aunque cabe aclarar que no todos los equipos jugaban cada 8 días, por lo que en realidad se jugaron 26 fechas, esto con el afán de tener por más semanas fútbol- España y Asturias estaban empatados en 27 puntos, por lo que la Liga Mayor, hoy llamada Primera División, decidió que se jugara un partido definitorio, para saber quien sería el campeón. El España, no estaba muy de acuerdo, porque con sus 70 goles por los 57 del Asturias, quería que se tomara en cuenta esto para alzarse con el título, pero en una reunión que se llevó a cabo, se llegó al acuerdo de que debía jugarse el partido. Así, el 16 de abril de 1944 se disputó el encuentro en el Parque Asturias.    El España alineó con Blasco en la puerta; Carlos Laviada y Aedo en la defensa; Urban, Cilaurren y Domingo Alonso en la media y con “El Tico” Quesada, Iraragorri, Isidro Lángara, Juan Tuñas y López Herranz en la delantera. Causó sorpresa que debutara un jovencito: Ramón Urban, mientras que Pepe Murgueza y el tico Busch, jugadores con muchas tablas, se quedaban en la tribuna presenciando el juego. Asturias tuvo en el campo a “Pulques León; Suárez y Rodríguez en la defensa; Pedro Regueiro, Santizo y “Cabezón” en la media; Tomás Regueiro, Fandiño, Aballay, Noguera y Menéndez en la delantera. Como pueden apreciar, se jugaba con tan solo 2 defensas y 5 delanteros. Para los aficionados jóvenes, estos nombres no les dicen mucho, pero varios de ellos eran seleccionados ya sea por México, Costa Rica o España y tenían inclusive Mundiales a cuestas. Desde que comenzó el encuentro, el Asturias salió en plan formidable, buscando el gol. Apenas habían trascurrido 14 minutos y en una gran jugada, Noguera se quita a Cilaurren con maestría, centra a Méndez, sale Blasco, quien logra tomar el balón, pero se le escurre de las mandos y Méndez, sin perder de vista el esférico, conecta para el 1-0. El segundo tanto llegó pocos minutos más tarde. Aballay, que había bajado a ayudar a la defensa, recibe el balón del “Pulques” León y se escapa por todo el sector derecho, hasta que logra centrar sobre Méndez. Blasco desvía y Aballay que nunca perdió de vista el esférico, con suavidad, la clava en la meta del arquero hispano. Termina el primer tiempo y en la segunda mitad, comenzó el acoso del España, sin embargo, cuando el reloj de la tribuna de madera marcaba 8 minutos, el conjunto blanco pierde el balón casi a media cancha y Aballay toma el mismo, se acerca al área y con gran cañonazo, introduce el esférico en las piolas para el 3-0. A seis minutos del final, el Asturias logra el 4-0, con un buen gol de Tomás Regueiro, quien aprovecha un rechace de la zaga hispanista, luego de un tiro libre que cobró Aballay. Ya para terminar el encuentro, el España consigue el de la honra sobre la hora. Isidro Lángara remata un centro de Quezada y pone el 4-1 definitivo.

Apenas el árbirto Juan J. López sonó su ocarina, los aficionados se metieron a la cancha, para levantar en hombros a los campeones, los primeros en la nueva etapa del futbol mexicano, que ahora era ya profesional.

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