¿Roman Abramovich compró al Chelsea por orden de Vladimir Putin?

La periodista Catherine Belton señaló en un libro que Abramovich habría seguido órdenes de Putin, aunque una jueza desestima tal afirmación.

El Chelsea, uno de los más exitosos del siglo 21 | Reuters

La afirmación contenida en un libro de que el multimillonario ruso Roman Abramovich compró el Chelsea por orden del presidente Vladimir Putin para ganar influencia en Gran Bretaña es difamatoria, dictaminó el miércoles una jueza británica.

En el libro publicado en 2020, la periodista británica Catherine Belton relata la llegada al poder de Putin y cómo muchos de sus asociados, procedentes de los antiguos servicios de espionaje soviéticos, ascendieron a posiciones de riqueza e influencia después de que él accediera al Kremlin en 1999.

Un abogado de Abramovich había argumentado ante el tribunal que algunos pasajes del libro "Putin's People: How the KGB Took Back Russia and then Took on the West", publicado por HarperCollins, eran difamatorios.

El empresario ha demandado tanto a HarperCollins como a Belton.

"La impresión que tiene el lector es que el Kremlin utilizó la compra del Chelsea para ganar aceptación e influencia para Rusia en el Reino Unido", dijo la jueza Amanda Tipples en una sentencia sobre el significado de las palabras utilizadas.

"La forma solapada en que se logró esto fue utilizar al demandante, alguien que era visto como la cara aceptable de los negocios rusos, como la fachada para ello. Esa fue mi impresión cuando leí el libro", señaló.

"En mi opinión, estos pasajes (...) no harían dudar al lector promedio de que el demandante compró el Chelsea por orden de Putin", sostiene la sentencia. "En conclusión, los significados que he identificado son todos difamatorios para el demandante".

La jueza dijo que el tribunal sólo estaba decidiendo sobre el significado de los pasajes y no sobre si las acusaciones hechas en el libro eran verdaderas o no. Los demandados aún no han tenido que presentar una defensa.

Belton, antigua corresponsal del Financial Times en Moscú y ahora corresponsal especial de Reuters, no quiso hacer comentarios.

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