Felino, el luchador que debutó en un ring hecho con polines y mecate
El de la Dinastías Casas cuenta en entrevista con Sin Máscaras que su estreno en el pancracio fue ante un tipo gigantesco que le puso una paliza.

Cuando niño, José Luis Casas Ruiz, el pequeño Pepe, como le decían en casa, ya se deleitaba con las suertes y el esfuerzo del ídolo de siempre, su padre, Don Pepe “Tropicasas”, quien para esos entonces ya realizaba estaba entrelazado en el bendito mundo de la lucha libre.
Y el seguir los pasos de la figura más emblemática, a partir de la herencia y la tradición de la estirpe, fue algo, antes de casual o causal, una ilusión que le despertó desde muy chavito, porque además el hermano mayor, igual con el paso del tiempo, se convirtió en el Negro Casas, y entonces ya eran dos íconos a la vista.
Así, Felino, aunque siempre con el pedido del jefe de la familia de prepararse, porque además se esforzó para brindarles esa opción a sus vástagos de ser gente con alguna carrera u oficio, fue que El Centella se adentró de a poco, y cada vez más en esto del pancracio, para el cual ha dedicado toda su vida, incluso ya con su descendencia también inmersa en el mismo núcleo.
“Básicamente aquí lo importante es que la descendencia luchística siempre será un motivo, aquí desde mi padre, yo creo que ver posteriormente a mi hermano Negro Casas desarrollarse como tal en un cuadrilátero, eso fue lo que a mí me movió. Mi padre no me dejaba, él decía que tenía que terminar la secundaria, una carrera bancaria y trabajar en una institución como lo tuve que hacer, y digo lo tuve, porque son parte de las reglas que a veces los padres ponen, o que les ponemos a nuestros hijos.
“Después de todo ello, a la par de trabajar en una institución bancaria, el ser luchador ya de fines de semana, como que ya traes la espinita clavada, y el simple hecho de ver a mi hermano, es el motivo y razón por el cual yo me hice luchador, por admiración a él”.
Un tipo agradecido, y siempre apegado a los preceptos de quien es la cabeza de todo, el esteta, el más rápido del mundo, asevera en entrevista con Sin Máscaras que el que su papá le pusiera una especie de condicionante, hoy lo agradece, porque al final todo ha sido parte de esa formación integral.
“En aquel tiempo, estamos hablando de más de 40 años, yo la verdad no tenía ni porque mirarlo feo, menos decirle ‘no voy a hacer lo que tú me digas, yo voy a hacer lo que se me pegue la gana’, como hoy en día los chavos; pero pienso que yo en ese momento fui muy respetuoso con él, porque a pesar de que nosotros éramos una familia muy humilde, carecíamos de muchas cosas, el esfuerzo que yo veía que mi padre hacía para que todos estudiáramos, imagínate, ocho de familia, los tres hombres que ustedes conocen, y cinco mujeres dedicadas al hogar, nada que ver con la lucha libre, pero yo siento que sí fue un joven, un adolescente disciplinado”.
Debutó como Tropi Q en una pequeña ArenaY esa primera vez, como si fuera una regla no escrita en este segmento luchón, fue de la forma más acostumbrada, de la nada, y porque de pronto aquí las oportunidades se aparecen así, sin planearlas, espontáneas, y casi siempre apuntando a capítulos sui géneris, pero recurrentes con ese condimento de que así suele ser la primera vez en cualquier ámbito.
“Conservaba una máscara de un luchador que por los años 70 luchó como Fantastic, y me la regaló, me gustaba y sólo le quité unos diseños que tenía, se los descocí cuidadosamente, y mi primera lucha, ya después de haber entrenado por un par años, tuve la oportunidad de que mi papá me llevó a una Arena del Estado de México, que se llama Temoaya, rumbo a Toluca, era un lugar curioso, de adobe, el ring, en vez de postes, eran palos, polines, las cuerdas eran de mecate, en el año 82, y me tocó debutar con esa máscara pintada en rojo y negro, con un calzoncillo y unas botas que me prestó mi hermano El Negro, ahí hice mi debut enfrentando a un luchador muy espigado y alto, que medía 1.90, bien curioso, porque yo en ese momento medía como 1.60, y sí me aterrorizaba.
“Pero mi papá me entrenó para esto, y llega un momento en que si tú no crees en lo que estás haciendo, nadie te lo va a creer, el rival se llamaba Invasión Segundo, y no era una lucha programada, fue de regalo, 'y cómo se va a llamar ' a mí siempre me gustó una estación de radio que se llamó la Tropo Q, y me puse así. Vaya derrota me llevé en dos caídas al hilo, ante unas 40 personas, entre mucho polvo, afortunadamente no se cayó el ring”.
Lo rebautizó Toño Peña
Quien se convirtió en el personaje que hizo la contraparte de la empresa que siempre defendió, hasta hoy día, el Consejo Mundial de Lucha Libre (CMLL), Antonio Peña, fue quien le sugirió al de la Dinastía Casas darle un vuelco a su personaje, y entonces se apareció el que al final pudo encumbrarlo, y que además inició siendo encapuchado.
“Un visionario de la tienda de enfrente fue a la Arena Coliseo, Antonio Peña, y él me hizo la observación, porque de la idea de él, surgieron y derivaron más nombres de luchadores muy importantes como Octagón, Máscara Sagrada, Volador, Ciclón Ramírez, entonces él fue quien me hizo la sugerencia de enmascararme como El Felino, a lo mejor Baby Casas, posiblemente, se hubiera desvanecido en el anonimato”.
Siempre enfocado
Luego de cruzar la milla, de pisar escenarios inimaginables, por ejemplo, en Japón, y en muchas partes del globo, Felino confiesa que hacer lo que más ama nunca se ha significado en temores o sensaciones por el estilo, porque además se siente preparado para siempre salir avante, independiente a los sinsabores que de pronto puedan presentarse, como naturaleza de un deporte de riesgo y contacto.
“Nunca me ha dado miedo, hay una frase que muchos compañeros utilizan, ‘sabes cómo subes, pero no cómo bajas'; pero si te pones a pensar en ello, yo creo que, desde ahí, tu miedo ya te dominó, ya perdiste, ya vas claveles, como dicen, porque el ring es la casa del jabonero, y el que no cae resbala, pero más, si vas con miedo y con nervios”.
¿Qué es Sin Máscaras?
Sin Máscaras es un programa dedicado a la lucha libre, un deporte icónico de la gran nación mexicana. La tradición del pancracio es contada por los protagonistas, con entrevistas en las que puedes conocer más de tu luchador favorito. Esta emisión la puedes seguir en las plataformas digitales de Multimedios; una pieza en la que participan en sinergia Milenio La Afición y mediotiempo, la propiedad deportiva digital número uno de México.
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