¿Dónde jugarán las niñas?

Es un centro largo, largo, hasta el borde del área, la recibe perfectamente, hace una pequeña gambeta, apenas voltea a la portería y suelta un cañonazo con efecto incluido... ¡Es un tiro imposible de parar, es un gol de México! Han pasado los años y ha sido considerado el más hermoso de la historia de los Mundiales. No fue Hugo Sánchez, Cuauhtémoc Blanco o Manuel Negrete. Su nombre es Jacqueline Ovalle quien anotaba en el Mundial Sub-20 contra la potencia de la selección brasileña.

BURLAS, CRÍTICAS Y MENOSPRECIO

El futbol organizado ha tenido una deuda por más de 156 años con las mujeres. Desde 1863 que se creó la primera liga en Inglaterra, solo los equipos varoniles tenían permitido competir, a pesar que las mujeres ya practicaban el deporte.

Fue hasta 1881, en el condado de Easter Road, Edimburgo, que se disputó el primer partido oficial entre mujeres frente a más de 3,000 espectadores, todos varones. Los periódicos al día siguiente, al escribir del encuentro, lo llamaron "El espectáculo más degradante" y "Un show primitivo". Las mujeres de ambos equipos debieron utilizar los corsé de la época y pañuelos en la cabeza. El Glasgow Herald, diario de la época, destacó que las jugadoras de ambos equipos usaron zapatos de taco alto y que la vestimenta era la adecuada para una mujer, pero nunca mencionaron el resultado final ni tampoco se narraron jugadas del encuentro. En cambio se habló de cómo los varones que presenciaban el partido se burlaban hasta las carcajadas y al final del encuentro bajaron a la cancha a perseguir y empujar a las jugadoras.

No se volvió a hablar mucho en los periódicos sobre encuentros femeninos, sin embargo, en 1894 el British Medical Journal publicó que el futbol no era recomendado para mujeres: “Es peligroso para los órganos reproductivos y los senos, debido a sacudidas, giros y golpes repentinos”, se argumentaba.

Para acabar con ese mito, así como para rebelarse ante las críticas de la sociedad y los medios de comunicación, Nettie Honeyball, una activista de los derechos de las mujeres, fundó el primer club profesional femenino, denominado “British Ladies Football Club”, y así nació la primera liga profesional del mundo. Honeyball alguna vez declaró al periódico Daily Sketch: “Fundé el club a finales del año pasado con el objetivo de probarle al mundo que las mujeres no son esas criaturas ‘ornamentales e inútiles’ que los hombres pintan… Deseo la llegada de un tiempo en el que las mujeres se puedan sentar en el parlamento y tengan voz en la gestión de todos los asuntos, especialmente en aquellos que las conciernen más”.

UN SUEÑO CUMPLIDO

Han pasado 124 años, y el sueño de Honeyball se ha cumplido. La octava edición de la Copa Mundial Femenina, que se juega en París, ha sido descrita como la más importante de la historia. La calidad que han mostrado las selecciones, la riqueza de talento y destreza son excepcionales. La virtud y la garra para pelear cada jugada ha vestido esta Copa con espectáculo al nivel o mayor que el de los varones, incluso hay partidos que han lucido mucho más que en Rusia 2018.

El futbol femenil en la actualidad, como hace 124 años, tiene la oportunidad de dar un golpe artero y triunfal a favor de la igualdad. Un impulso real para cambiar de actitud en todos los sentidos. La audiencia récord que están ganando en los 52 partidos apunta a una nueva generación de mujeres que ven en el futbol la latente importancia de su democratización, progreso y victoria sobre el machismo imperante en el deporte. Están naciendo nuevas leyendas, que se unen a las pioneras de 1999 en aquél primero mundial, mujeres que demuestran su posición preponderante no solo en la cancha sino en el liderazgo social. Tal es el caso de la catalogada, hasta el momento, como mejor jugadora del mundo, Ada Hegerberg, quien al recibir el premio del Balón de Oro, el presentador de la gala le preguntaba: "¿Sabes hacer 'twerking'?", insinuando a la primera galardonada de la historia que bailara sensualmente. Hegerberg simplemente lo “desechó”, respondió un seco y helado “no”, bajando inmediatamente del escenario. Mujeres valientes como Megan Rapinoe, que no se muerde la lengua y deja en claro: “No voy a ir a la puta Casa Blanca”.

Esa actitud es la que demuestra el profesionalismo y la actitud del nuevo futbol femenil mundial. Los nombres de la brasileña Marta, la australiana Sam Kerr, la danesa Pernille Harder, la holandesa, jugadora del Barcelona, Lieke Martens y la norteamericana Alex Morgan, entre otras, son admiradas y queridas por millones de seguidores en el mundo.

ASCENSO VERTICAL EN MÉXICO

Lastimosamente México no participó en esta Copa del Mundo, sin embargo, viene empujando fuerte y ya es subcampeona mundial Sub-17 de la mano de una gran entrenadora como lo es Mónica Vergara. La Liga  MX Femenil está dando grandes resultados y ha cambiado en mucho la imagen del futbol azteca.

A esto se suma la gran cantidad de mujeres en los medios de comunicación, que más allá de la belleza intrínseca de la mujer son grandes reporteras, periodistas, conductoras y narradoras. Pero también las hay detrás de cámaras y en las oficinas de las redacciones más prestigiadas de deportes, que hacen grandes trabajos en mercadotécnica, así como guionistas, directoras y productoras, entre otras. Todas especialistas en el hermoso arte y deporte del futbol, que además muchas practican, como es la liga femenil de medios de comunicación, por ejemplo.

Como el título del famoso álbum de Molotov de los años noventas, hace 124 años se preguntaban “¿Dónde jugarán las niñas?”. Hoy esas “niñas” son guerreras que juegan en sus escuelas, en los parques públicos, en las ligas de todos los niveles, en eSports, en estadios profesionales y en mundiales de sus categorías. El futbol ha sido arrebatado con fuerza por estas millones de mujeres que luchan cada día para acabar con la discriminación, romper todos los estereotipos, todos los moldes.

Falta mucho por hacer, pero la lucha continúa pese a cualquier revés que se haya presentado antes o que se presente en el futuro.

Desde aquí, un homenaje a la fuerza de las mujeres, porque una vez más, ¡la están rompiendo!