Columna de Caleb Ordoñez

Juégatela por tu equipo

A ver, decirle “no” a jugar en la Selección Mexicana se ha convertido en una situación común durante algunos años. Muchos factores hacen que seleccionados de gran nivel, puedan hacerse a un lado y decir “por el momento no, gracias”. Problemas familiares, aspiraciones más grandes en Europa, lesiones o lo que llama más la atención, decir “no le veo problema con que yo no esté”. Esa frase la dijo Carlos Vela, uno de los más brillantes jugadores de fútbol de nuestro país, quien en numerosas ocasiones ha rechazado su participación dentro de la selección.

Lo de Vela es interesante, es el mejor jugador actualmente en su liga, la MLS de Estados Unidos. Tiene un don impresionante dentro de la cancha, es desbordante, inquisidor; un verdadero dolor de cabeza para el equipo contrario. Es goleador nato y también asiste a sus compañeros con excelentes pases de los llamados “de medio gol”. Todo eso lo sabemos, pues durante años se han inundado las pantallas y las redes sociales con sus grandes hazañas en futbol europeo y ahora como emblema de la liga norteamericana. Lo que muchos no saben es que a Carlos Vela no le apasiona el futbol, lo que realmente le gusta es jugar basquetbol, ha dicho en más de una ocasión.

Con falsa modestia, a mi parecer, dice que la selección necesita de nuevos rostros, pues él ya ha tenido sus procesos y oportunidades, dice que ha jugado muchos juegos con la selección y “nunca ha sucedido nada extraordinario jugando Carlos Vela” sentencia, así, en tercera persona.

Las razones de Carlos Vela siempre serán un misterio dentro cerebro del gran jugador. Sin embargo, por ser una figura pública debe aceptar que los medios podamos hablar y escribir sobre él para intentar explicarnos la situación de los deportistas actualmente.

Al sonoro rugir del cañón, tan tararán

Muchos podríamos creer que competir por tu país representa la más alta honorabilidad existente, quizá porque nos consideramos demasiado nacionalistas. Unos más podrían ir al exceso de querer expulsar a todo aquel que no quiera ser parte de la selección mexicana, no solo de futbol, sino de cualquier deporte o disciplina. Pues lo vemos tan inalcanzable, tan meritorio y anhelado que no puede pasar por nuestra cabeza rechazar los colores de nuestra bandera, escuchar el himno nacional y cantarlo a todo pulmón en otro país.

Esta realidad es muy distante para otros, quienes ven al equipo de México como uno más; un compromiso que deben palomear junto a otros de menor o mayor importancia.

Para el entrenador de la Selección Mexicana, la decisión de decirlo “no” a portar la playera del equipo nacional es una extrañeza que no había conocido antes. Con cara descompuesta y evidente desconcierto dijo que nunca había visto que un jugador se negara a participar con su país. Al hablar de jugadores de la talla del mismo Carlos Vela, Héctor Herrera o Javier Hernández. Para el argentino, jugar con tu selección es un premio, un reconocimiento a su trayectoria. Pero es clave, al referir que si no lo entienden así, es mejor que no estén, a que estén a forzosamente.

Volver al primer amor

Decía Confusio “Si amas lo que haces, nunca trabajarás”. Y sí, la frase “Ama lo que haces” se ha convertido en una expresión de autoayuda; trillada y romántica. Para algunos una frase barata que no dice mucho. Sin embargo, es “matona” a la hora de enfrentarnos a una realidad que millones de personas viven diariamente, que no aman su trabajo. Los deportistas de alto rendimiento no están exentos a esto, incluso la presión que reciben desde niños, hacen que el cerebro termine por detestar su empleo, aunque sea millonario y lleno de trofeos.

Para regresar al “primer amor” de lo que haces, es elemental sentirte parte de un equipo, pues eso significa tener sentimientos fuertes más allá del deporte que se practica. Sentirte parte de un equipo es prácticamente amarlo. Es mi caso, muy, demasiado, excesivamente amateur, podría decir que mi trabajo diario es apasionante, emocionante y retador, desde muy pequeño quise ser periodista, pero puede ser agobiante, estresante y en muchos casos desesperante. Los fines de semana todo cambia cuando me reúno con “Los socios del ritmo” mi equipo de futbol soccer; en ocasiones ganamos, en otras perdemos, pero he encontrado un escaparate con gente que tiene el mismo sentimiento de apego y amor a esta pandilla. Esto ha hecho que los más de 27 integrantes hayamos trascendido de la cancha para formar una fundación llamada “Cáncer warriors” y apoyar sin detenernos por los niños y sus padres, quienes enfrentan esa maldita enfermedad.

Se trata de hacer e-q-u-i-p-o

Pienso que decir “no” a la selección mexicana, de las figuras más grandes del futbol, es un pésimo ejemplo para los niños mexicanos. Creo que debe de nacer de nuevo el amor por el equipo, pues dice Carlos Vela “yo voy a apoyarlos (a los nuevos jugadores), ojalá tengan gran éxito y que lleven a México a donde yo no pude llevarlo”. Ningún jugador por más habilidoso y extraordinario podrá conquistar la gloria para todo un equipo. Pues así es el deporte, así es la vida, se trata de equipos, colectividades que tienen miles de preocupaciones y problemas, dudas, incertidumbres; el equipo es gente que se reúne con un objetivo común, vencer sus debilidades y flaquezas.

Fuera de los dimes y diretes de los “grandes”, yo te invito a que en lo personal hagamos equipo con gente que nos motive, que nos rete, con habilidades mayores de las que tenemos; equipo con gente que no te deje decaer en los peores momentos. Pues cuando aprendemos a hacer equipo y jugárnosla por otros es cuando nuestras diferencias, ideologías o creencias quedan en un segundo plano, es cuando verdaderamente nos la jugamos por México y no por una playera más para el clóset.


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