Columna de Caleb Ordoñez

La barba de James Harden

Toma el balón en un rebote defensivo, lo conduce hasta la media cancha, apenas cruza “la pintura”, se detiene y a unos 12 metros de distancia y encesta de manera limpia sin rozar siquiera el aro. James Harden regresa a su posición como defensa, no se inmuta ni sonríe. Lo hace ver tan sencillo. Como quien está acostumbrado a la monotonía de un trabajo que debe realizar para ganar el pan de cada día.

Es inconfundible. Una frondosa barba lo diferencia de todos los demás basquetbolistas. Su actitud desenfadada que incluso raya en la apatía, le ha ganado millones de seguidores, pero muchos otros detractores que lo detestan. Así es la personalidad de uno de los jugadores más importantes, espectaculares y talentosos de la NBA, una liga que vive una nueva era de explosividad y que retoma la popularidad de antaño gracias a la gran cantidad de superestrellas en distintos equipos, que nos recuerdan las épocas competitivas de los años noventas.

Deporte y disciplina: Un salvavidas

Ataque tras ataque de asma el pequeño James Harden forzaba los músculos del pecho para respirar. El inhalador se convirtió en su fiel compañero. El nacido en la problemática y peligrosa ciudad de Compton, California, tomaba un autobús diariamente antes de que saliera el sol, para llegar a su escuela secundaria y hacer cientos de disparos al aro, durante más de una hora, antes de presentarse puntualmente a sus clases a las 7 am.

La dedicación por el deporte de ese niño afroamericano de bajos recursos tenía una razón: Su madre, Monja Willis, estaba determinada en que su hijo no sería ni un pandillero, un drogadicto o un asesino. Se lo repetía hasta el cansancio: “No lo olvides, eres un milagro James”. Monja había abortado involuntariamente en varias ocasiones y había sido abandonada por su esposo cuando estaba embarazada. Meses después llegó al mundo Harden, a quien le tenía una sobreprotección por encima de sus otros hermanos. Aunque siempre dejándole en claro: “No soy tu amiga, soy tu madre. Cualquier problema que tengas, prefiero saber de ti que de alguien en la calle. Es trabajo en equipo”.

La escuela, el basquetbol, el beisbol y las reuniones de jóvenes en su iglesia local era la agenda continua de un joven que, sin saberlo, estaba siendo rescatado de una vida llena de aprietos, como sucedió con la mayoría de sus amigos y vecinos quienes quedaron atrapados en los negocios turbios y los vicios.

Harden recuerda un día cuando llegando a casa dejó una nota a su madre, pidiéndole que lo levantara a las siete de la mañana: “Por favor déjame un par de dólares. P.D. Seré una superestrella”. Esa determinación alegró a Willis quien asegura tener ese papel hasta el día de hoy.

El impecable juego defensivo y ofensivo de James Harden lo llevaría a ganarlo todo: Desde el campeonato estatal con su escuela secundaria “Lakewood”, para luego ser seleccionado All-American de McDonald's. Después lograría una beca en la Universidad de Arizona State, jugando durante dos temporadas antes de ser seleccionado por el Oklahoma City Thunder con la tercera selección general en el draft de la NBA del 2009.

Sus números en la NBA son sorprendentes. Ha sido considerado el mejor jugador de la liga en 2018. Ocho veces ha sido elegido para participar en el All-Star Game. Ha sido líder en asistencias, anotaciones, triples y en rendimiento individual en distintas ocasiones. Entre otros galardones.

En los Juegos Olímpicos de Londres 2012, ganó la medalla de oro y en el mundial de basquetbol de España 2014 ganó el primer lugar.

A James Edward Harden Jr. solo le hace falta una cosa: Ser campeón de la NBA. Y a sus 31 años tiene un gran posibilidad, en el aterrador equipo de los Nets de Brooklyn que con su presencia se han fortalecido de manera tan importante, que son un serio contendiente al título.

Una receta exitosa la cual compartir

Desde la universidad le han preguntado a Harden el porqué de su característica barba. Al principio, solía contestar: “Me da flojera cortármela”. Pero en el 2017 el “13” inauguró cuatro equipos de adolescentes llamados “Team Harden”, en la liga AUU (Amateur Athletic Union) auspiciada por Adidas. Dos en Houston, Texas y otros dos en Glendale, Arizona.

El día que dio a conocer a sus nuevos equipos, comenzó un discurso que fue convirtiéndose en una especie de predicación: “¡Quiero darle toda la gloria a Dios! Sé por lo que están pasando estos niños ahora en Houston y Arizona. Quiero darles algo para que estén activos y se mantengan alejados de todos los aspectos negativos.

Varios de los noveles jugadores de la AAU de Harden ya están siendo reclutados en gran medida por las universidades.

Si bien el basquet es el gancho, Harden tiene un mensaje más profundo: “Sé que hay tantos niños que tienen un sueño y una meta de jugar baloncesto y mantener a su familia”, dijo Harden. “No necesariamente a la NBA, pero también van al extranjero a jugar. Solo me aseguro de que mantengan a su familia y a su madre. Les doy una oportunidad y mis ‘hermanitos’ están teniendo éxito. Estoy orgulloso de ellos".

Y quizá porque sabe que la receta funciona, Harden puso a su madre de directora de los equipos. Ella se encarga de que los muchachos estén alejados de drogas y delincuencia, además de que no pueden jugar si sus calificaciones son bajas.

¿Bueno y la barba? La verdadera razón por la que James Harden no la ha afeitado tiene que ver con dinero. Pues ya aseguró que quien le de 10 millones de dólares por ella será un gran benefactor para dedicar ese dinero en rescatar niños de las calles y llevarlos a donde siempre debieron estar: La escuela y el deporte.

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