
No nos acostumbremos a perder
Fracaso es una palabra muy dura. Es desilusión, derrota, vergüenza. El fracaso es deshonra, frustración y decepción. Un sentimiento muy común en el deporte mexicano durante décadas.
En Polonia las cosas se pusieron bastante feas, fue el mundial, el torneo más importante de la categoría de menores de 20 años. México con un equipo que va creciendo unido desde prácticamente la Sub-15 se enfrentó a Italia, Japón y Ecuador, los resultados fueron tan adversos en los tres partidos que el resumen es desastroso: Los muchachos recibieron 6 goles y solo marcaron en una ocasión (por error del portero italiano). Aunque fue una terrible presentación del seleccionado mexicano, hemos tenido como país peores participaciones y lamentablemente estamos regresando a esos tiempos grises donde las generaciones parecen no dar el salto necesario para regresarnos la esperanza que alguna vez surgió de los niños Sub-17 que resultaron campeones en Perú en 2005 y otros de la misma categoría, campeones en la ciudad de México en 2011.
¿Qué pasa con las jóvenes promesas?
Más allá del futbol, donde México ya es –o era- un referente mundial de niños y jóvenes brillantes, el deporte en general sufre de una pérdida de talento impresionante cuando se trasciende al profesionalismo o a competiciones mundiales de gran nivel, por alguna razón que se debe de estudiar con detenimiento, se pierden generaciones enteras de deportistas que no logran establecerse.
Si hablamos de resultados olímpicos, nuestras competencias durante los últimos 41 años han sido demasiado pobres con tan solo 43 medallas en 12 olimpiadas y de ellas la raquítica cantidad de 7 de Oro. En la última aparición, en Río de Janeiro 2016, la delegación mexicana terminó en el lugar 61, sin medallas de Oro y tan solo 3 de Plata y 2 de Bronce, la peor presentación desde Atlanta 1996 donde solo obtuvimos una sola medalla y fue de Bronce.
Los números fríos nos señalan que la calidad de competencia deportiva ha menguado en lugar de crecer. Es terrible compararnos, pero en ocasiones es necesario aunque sea doloroso. Me refiero a otro país latinoamericano, que no tiene el mismo presupuesto, instalaciones ni cantidad de deportistas como nuestro país, se trata de Colombia quienes ganaron sus primeras medallas olímpicas hasta 1972 en Munich. En Atlanta 1996 no ganaron ninguna presea, sin embargo en Río de Janeiro obtuvieron tres medallas de oro, dos de plata y tres de bronce. Tres años después ya se presentarán como favoritos en distintas disciplinas para los juegos panamericanos de Perú 2019 y su concepto deportivo ha crecido a pasos agigantados a diferencia de los demás países latinoamericanos.
A renovar la mente
La participación de los jóvenes en el mundial Sub-20 de futbol sí ayuda a prender las alarmas hacia las justas de juegos panamericanos y después los esperados juegos olímpicos de Tokio 2020. Pero antes de que critiquemos la situación actual, todavía hay tiempo de preparar tanto psicológicamente como en competencia a los deportistas que nos representarán en estos importantísimos eventos.
Es importante apoyar en todo tiempo a nuestros jóvenes, de eso no hay duda, sin embargo debemos acabar con la cultura del “casi se pudo” o el “gracias por participar”. Sino que debe existir un movimiento contracultural dentro del deporte mexicano que revolucione la mentalidad para el competidor y deje de pensar en excusas o verse menos que otros gigantes deportivos como los chinos, coreanos, estadounidenses, los británicos o los atletas de los países de Europa del Este. Dejar a un lado el romanticismo y emplear a especialistas en psicología e incluso neurociencia para que desde ya, los atletas mexicanos lleguen a sus participaciones con el mismo proceso que utilizan los países que si tienen visión, organización y preparación en la mentalidad más allá del “viva, viva” que no arroja buenos dividendos para el deporte mexicano. Hay naciones que se transmiten el espíritu competitivo de generación en generación, con novedosas técnicas de enseñanza y con mayor infraestructura para desarrollarlas. Vaya, invierten en la mente de los competidores.
Ana Gabriela, hay tiempo.
En México se reparten culpas luego de cada fracaso. Sin planes, ni visión, en nuestro país se transmiten problemas que agobian al deportista. Problemas reales, que tienen que ver con su alimentación, con la falta de apoyos para participar en torneos de preparación que son necesarios. Problemas como el que tuvo uno de los pocos medallistas en Río de Janeiro, el boxeador Misael Rodríguez quien tenía que “botear” entre las calles para poder juntar el dinero y competir por México. Esa imagen demuestra la carencia y la indolencia que han tenido muchas autoridades por los deportistas.
En esta llamada “cuarta transformación” el deporte no debe de sufrir recortes, al contrario, al estar al frente de la Conade una “gloria” del deporte como lo es Ana Gabriela Guevara se debe suponer que habrá una inyección en todos los sentidos, desde económica como de apoyo institucional a nuestros deportistas, porque Guevara siempre lo soñó así, porque ella lo sufrió y tuvo que pasar por las peores andanzas que vive el deportista mexicano. No hay excusas.
Estamos a tiempo. Que bueno que el fracaso de la Sub-20 abra los ojos de los directivos, patrocinadores y autoridades, porque podría ser un preámbulo de un fracaso histórico que el país no merece y del que ya esta cansado. No nos acostumbremos a perder.
Queda prohibida la reproducción total o parcial del contenido de esta página, mismo que es propiedad de MEDIOTIEMPO S.A. DE C.V.; su reproducción no autorizada constituye una infracción y un delito de conformidad con las leyes aplicables.