Columna de Carlos Calderón

Chao, un español tratando de conquistar América

Al equipo América, generalmente llegan jugadores sudamericanos: argentinos, brasileños, chilenos o uruguayos; han jugado también centroamericanos, africanos, y del continente europeo: ingleses, italianos y hasta rumanos. Provenientes de la Península Ibérica, hemos tenido pocos, pero casi todos con gran cartel, inclusive selecionados nacionales y algunos mundialistas: Gaspar Rubio, López Herranz y Luis Regueiro “El Corso”. Sin embargo, hay un jugador poco nombrado, de vagos recuerdos, que no aparece en muchas listas de los jugadores que actuaron en el equipo, aún cuando en su país era de sobra conocido. Me refiero a Antonio Villar Chao. Antonio, natural de Viveiro -hijo del conocido periodista y político español Antonio Villar Ponte, sobrino del letrista Ramón Villar Ponte y primo del consumado retratista e ilustrador Ramón Villar Chao- destacó en el Deportivo La Coruña, equipo al que ayudó al ascenso en 1941 y en el Málaga. Antonio o Chao, como simplemente se le llamaba, era un extremo que desbordaba con elegancia por ambas bandas, aunque prefería la izquierda. Se caracterizaba por su velocidad y su manera de llegar con el balón cosido al pie hasta la meta, desde donde sacaba magníficos pases para los centros delanteros. Jugó en el “Depor” toda la década y aunque era un excelente elemento, La Guerra Civil Española y la II Guerra Mundial le truncaron en gran parte su carrera internacional. Chao, pertenecía a una familia políticamente activa, reconocida por su antifranquismo; su padre, era uno de los principales líderes del nacionalismo gallego y murió antes de tomar posesión del cargo de diputado, en circunstancias extrañas. Jugadores del mismo equipo Deportivo la Coruña, murieron por su filiación política, como tantos otros futbolistas o directivos del futbol español. Tal fue el caso de Cheché Martín y Augusto Bebel García, compañeros de Chao, el primero murió fusilado y el segundo asesinado. Es por esto, que Chao trataba de guardarse mucho sus opiniones, aunque todo mundo sabía que no congeniaba con el grupo en el poder.

Chao conoció por primera vez México en 1950, cuando la selección española nos visitó. Antonio fue titular en los dos partidos que se jugaron en contra de la Selección Mexicana en el estadio Olímpico de Insurgentes (hoy estadio Azul)  y quedó enamorado de nuestro país. En los momentos que tuvo libre, aprovechó para conocer Xochimilco, visitar La Villa y el Zócalo, además de que hizo buenos amigos entre los futbolistas mexicanos. Regresó a su país, en donde había firmado por el Málaga, pero se prometió a él mismo volver a México. Entre los personajes con los que congenió Chao, estaban Octavio Vial, entrenador de la selección y con Rafael Garza Gutíerrez “Récord”, ex jugador del Club América y entrenador en diversos momentos del mismo club y de la selección nacional. En una de tantas cartas que se enviaron, Chao le externó a Récord el deseo que tenía de regresar a México, por lo que Rafael le propuso que viniera al América. Fue en 1951, una vez que se pudo desligar del Málaga, que firmó con el equipo azulcrema. Chao, llegó creyendo firmemente, que triunfaría en el futbol mexicano y más cuando se enteró que el entrenador del América era José Luis Borbolla, a quien había conocido cuando este fue a buscar fortuna al futbol español y con el cual compartió vestidor en el Deportivo La Coruña en la temporada 1944-1945. Salió de España pensando en no volver y hacer vida en nuestra patria, pero nada salió como él esperaba. José Luis Borbolla, DT del equipo América, poco lo tomó en cuenta. Él no lo había pedido y aunque eran ya viejos conocidos, no le tenía confianza. Borbolla había traído a otro español, Mariano Uceda, quien jugó con mayor regularidad. Durante la temporada, Chao solo fue requerido para 5 encuentros de liga, en uno de ellos, en contra del Puebla, el español anotó un gol ¡Sería el único de esa temporada! Fue a los 27 minutos de aquel encuentro jugado el 18 de octubre de 1951. Tiro de esquina que cobró Farfán y que llegó a donde estaba Chao, quien solamente tocó de cabeza para empujar el esférico. Todavía se pudo consagrar con otro tanto, pero el árbitro anuló por fuera de lugar dudoso. El encuentro terminó 1-1. Chao celebró su gol, pensando que el entrenador, después de esto, le tendría mayor confianza ¡No fue así! La banca fue su refugio durante toda la temporada. Como el equipo no levantaba, los últimos partidos fueron dirigidos por Donato Alonso, quien tampoco le dio mayor juego a Chao. Pensando en que tendría que marcharse, esperó al final de la temporada para saber si el nuevo técnico lo requeriría. Aferrado a su sueño mexicano, Chao tuvo la suerte de que el nuevo entrenador era su amigo Octavio Vial. En la temporada 1952-1953, Vial tomó más en cuenta a Chao y este respondió. Arrancando de titular, le anotó a los tres equipos tapatíos: Comenzó con el  Atlas, luego al Guadalajara, al Oro y de nueva cuenta al Atlas, además de que sumó varios pases que culminaron en gol. Cuando pasaba por mejor momento, una inesperada lesión lo dejó fuera del campeonato. Chao, volvía a la banca y solo pudo regresar para la última fecha del torneo, viviendo una derrota dolorosa ante el Zacatepec y que gracias a un empate de La Piedad, evitó que el América cayera a la división de ascenso. Antonio Villar Chao estaba necio con quedarse en México, y todavía tuvo la oportunidad de jugar el Torneo de la Copa  en los primeros meses de 1953. Jugó todo el torneo y cada vez se veía mejor, estaba recuperando su forma física y el buen futbol. El día 30 de abril de 1953, en el partido en contra del Atlante, anotó Chao su gol ¡Cómo lo festejó! Parecía niño con juguete nuevo. Pero el destino a veces suele ser cruel y jugar malas bromas. Al América llegó la noticia de que había grandes posibilidades de fichar al ídolo argentino Emilio Fizel, aquel que –junto con Ángel Labruna- era ídolo del River Plate. Para ficharlo, era necesario dar de baja a uno de los extranjeros. El sacrificado, fue Chao. El sueño mexicano culminó cuando menos se lo esperaba. Antonio Villar Chao regresó a España, en donde se retiró y comenzó una carrera de entrenador y promotor del futbol. Realizó viajes al continente americano, sin olvidar a su México querido, fue uno de los grandes promotores del futbol en Venezuela, al que trató de posicionar poco a poco, luchando contracorriente con el beisbol.  

Con 78 años, viajó a los Estados Unidos, para tratarse médicamente una fuerte infección en una pierna, todo fue inútil, su famosa zurda, la que tantos pases dio y goles marcó, le fue amputada.

En México, ya nadie se acuerda de él. En Venezuela, recibió grandes homenajes en vida y tras su muerte. “Chao” Antonio, Antonio Villar Chao, el español que quiso conquistar México… Síganme en Twitter @CarlosCalderonC

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