Futbol
Editorial Mediotiempo
Columna de Mauricio Cabrera Editorial Mediotiempo

La importancia del juego contra EU

Los partidos amistosos abandonan dicha condición en cuanto existe un sentimiento y una rivalidad de por medio. Así como sería un absurdo pedirles a los argentinos que limiten la importancia de un duelo frente a Brasil, estamos obligados a reconocer que el cotejo ante Estados Unidos no puede pasar como una simple preparación de cara a un objetivo mayor.

Los antecedentes, la pasión que recorre nuestras venas en cuanto sabemos que estaremos cara a cara ante los vecinos del norte y la ferviente necesidad de vencerlos aunque sólo sea en un juego de noventa minutos son motivo suficiente para esperar con ansiedad la llegada de un nuevo episodio en una rivalidad futbolera que para nosotros se encuentra por encima de cualquier otro enfrentamiento.

Los medios de comunicación hacemos nuestra labor de mercadeo y calentamos el partido con un manejo exacerbado del nacionalismo. Explotamos la mercadotecnia de los emociones. No obstante, la sociedad, por más manipulable que la consideren, no se deja llevar y valora la confrontación por los elementos naturales que hay tras ella. De ahí que no esté de acuerdo en la postura de algunos seleccionados con respecto al cotejo que se avecina. Torrado, por ejemplo, aprovecha los micrófonos de Medio Tiempo Radio para asegurar que la presión la ponen los periodistas, que ellos están ocupados en mejorar mas no se sienten comprometidos a derrotar a Estados Unidos.

El conformismo o la falta de compromiso hacen su aparición con frecuencia en el entorno nacional. Quienes desde diversas trincheras afirman que México no está obligado a vencer a Landon Donovan y compañía se olvidan de que, sin estar escrito, esa es una de las razones fundamentales por las que se apostó por Hugo Sánchez para la dirección técnica. Históricamente, uno de los objetivos primarios de nuestro balompié ha sido estar en la máxima altura de la CONCACAF. Por uno o varios factores hemos bajado un peldaño. Los números nos obligan a mirar hacia arriba a los de EU, pero eso no tendría que ser lo bastante fuerte como para temer las consecuencias de un juego amistoso y desechar la responsabilidad de ganarles en tierra que, dependiendo de cómo se le vea, puede ser su casa o nuestro segundo hogar.

Se habla de una superioridad de ellos a nivel de selecciones nacionales. La estadística lo comprueba. Pese a ello, estoy convencido de que un triunfo, por más que se trate de un partido de preparación, podría cambiar radicalmente la historia en futuros enfrentamientos. No desechemos la trascendencia del estado anímico en el futbol actual, mucho menos en un país en el que con celeridad terminamos sintiéndonos menos que el resto. Una victoria sería un excelente punto de partida para pensar en iniciar una nueva era en los enfrentamientos ante nuestro acérrimo enemigo.

Es momento de ser más exigentes con nosotros mismos. Ganar este miércoles por la noche no nos haría olvidar las eliminaciones sufridas a manos de Estados Unidos; mucho menos nos garantizaría ese quinto partido del que tanto hablamos, pero sí sería cuando menos un primer logro significativo para una gestión que no ha dado absolutamente nada más que anteriores procesos. Opina de esta columna aquí.

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