
La Superliga, lo mismo de siempre
Como un torneo sin más beneficio que el millón de dólares otorgado al campeón, así considero la Superliga. Los principales ganadores de la justa amistosa anual entre equipos mexicanos y estadounidenses son los conjuntos de la Major League Soccer, que a través de estos cotejos constantes de preparación contra nuestros equipos han ido ganand o experiencia y colmillo, además de perder el sentido de inferioridad que antes privaba cada que una escuadra de alguna otra región de la CONCACAF se enfrentaba a nuestro futbol a nivel de clubes.
La estructura de esta competencia es a todas luces desequilibrada. Mientras que los cuatro aspirantes de la MLS al título ya gozan de un ritmo de actividad, los nuestros viven sus primeros partidos de Pretemporada. Por si fuera poco, y aunque se considere que siempre que el balompié nacional juega en Estados Unidos lo hace como local, no es lo mismo estar bajo las condiciones climatológicas y de la cancha de tu hogar que viajar desde nuestro país con tal de generar ingresos para los organizadores del torneo.
Son comprensibles las razones por las que el torneo se lleva a cabo en territorio de nuestro vecino del norte. Todos sabemos que se resume a intereses económicos; sin embargo, es tiempo de que nuestro futbol rebase el privilegio a este factor único y acceda a un suelo en el que sin dejar de lado la mercadotecnia, los millones de dólares y el hecho último de dar gusto a nuestros compatriotas, también se ofrezca algo novedosos y productivo para los equipos y aficionados, que cansados están de tener siempre a los mismos rivales, en los mismos lugares y con los mismos arbitrajes.
Las críticas a este certamen han disminuido en esta edición gracias a que los cuatro representantes de nuestra nación han conseguido mejores resultados en la primera etapa en comparación a lo que sucedió hace un año. Las Chivas, amenazando con retomar la importancia del arquero ahora bajo el nombre de Luis Ernesto Michel y con un Omar Arellano dispuesto a que se olvide en un dos por tres a Omar Bravo, van en caballo de hacienda y ya están prácticamente en las Semifinales. Atlante, titubeante y gitano como siempre, decidió resurgir y demostrar que así como pierde cuatro a cero, tiene la capacidad suficiente de ganar a rivales de no muy alto talante, por más que se insista en el crecimiento de la liga estadounidense.
Pachuca y Santos también tienen con qué salir airosos de su pelotón. Magnífico sería observar unas Semifinales entre puro mexicano, aunque ello daría al traste con la rivalidad que los organizadores pretenden expandir del nivel de selecciones nacionales a la categoría de clubes. De acuerdo a lo que un servidor ha podido observar de la Superliga, Atlante será la escuadra que falle en el último partido de la primera fase.
Pero dejando de lado las posibilidades que de ganar el título ostentan los nuestros, me permito preguntar a los aficionados si no están cansados de observar pretemporadas tan parecidas unas a otras. Es lo de siempre. Partidos en Estados Unidos contra equipos mexicanos o frente a determinado contendiente de dicho país. Lo mismo sucede con la Selección Mexicana. Ahí, sin pretender convertirme en adivino, podría estar uno de los elementos de lento aprendizaje en nuestro futbol. Al menos a mí, me ha dejado de emocionar cualquier torneo en EU. Me fastidia que me den más y que no exijamos mejor preparación para nuestros conjuntos.
No había tenido ocasión de escribirlo, pero debemos valorar que el Atlético de Madrid esté en México, aunque valoraremos aún más cuando cada vez más equipos decidan ir a Sudámerica, al Viejo Continente o a cualquier otro lugar en el que se encuentren algo distinto a lo que ya todos conocemos. Incluso nuestros compatriotas que radican más allá de nuestras fronteras lo agradecerían.
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