
Fiesta manchada
La pelota ha sufrido la más barata de las injusticias. Que los golpes, la prepotencia del mal ganador y la frustración de un derrotado se conviertan en el tema obligado de cara a la Final no es justo para Pumas, tampoco es justo para Monarcas y mucho menos para los aficionados que no desean más que entretenerse con los mejores partidos del torneo. Dentro y fuera del Estadio Morelos se conjugó la peor de las fórmulas. Un espontáneo con ganas de hacerse notar, un técnico tan poco acostumbrado a ganar que pierde la compostura ante cualquier logro y una escuadra tan herida por la seguidilla de fracasos que obedece a sus impulsos más que a la razón. ¿El resultado? Una exhibición vergonzosa, un pésimo precedente que más adelante fue tristemente acompañado por un escándalo extracancha que concluyó con dos aficionados heridos de gravedad. Hace algún tiempo, en una plática de oficina, alguien me comentaba que nunca debemos olvidar que a diario salimos a escena y que cada uno de nuestros actos acarrea consecuencias, por mínimas que estas sean. Los involucrados en el bochornoso episodio de ayer lo hicieron y se encargaron de mandar la segunda alerta a las autoridades de nuestro balompié en una semana. La primera ocurrió hace unos días en la Liga de Ascenso. La reprobación generalizada encuentra focos de especial atención en dos personajes. El primero, Jesús Corona. El cancerbero del Cruz Azul demostró que de nada le sirvió haber quedado fuera de la Selección por su pelea callejera y repitió la dosis con un cabezazo que le ha generado la animadversión del medio futbolístico y la segura molestia del cuerpo técnico tricolor. El segundo, Tomás Boy. El técnico de Monarcas es un pésimo ganador, un hombre que no representa ninguno de los valores que tendría que promover todo integrante de Monarcas Morelia. Ambos se equivocaron, y aunque se sabe que es de humanos errar, la conducta de los dos ha sido repetitiva y carente de autocrítica. Uno, por estos hechos, no merece el honor de ser el portero titular de la Selección Mexicana; otro, ha demostrado que ser ganador le queda grande y que siempre está más preparado para la bravuconería que para la elegante manifestación de la victoria. Quienes me conocen saben que no soy seguidor de los Pumas, que incluso he cuestionado severamente cuando emplean la grandeza institucional a conveniencia, mas no por ello puedo dejar de señalar que me gustaría que los universitarios se coronen. La escuadra felina ha sido un ejemplo de entidad ganadora, que promueve a los jóvenes y que es humilde tanto en la victoria como en la derrota. Morelia ha sido todo lo contrario, y aunque no todos los jugadores manifiestan la reprobable actitud de su técnico, me agradaría que el deporte termine premiando al que ha sido íntegro tanto dentro como fuera del rectángulo verde. De salida ¿Por quién apuestan en la Final? Espero sus comentarios en mcabrera@mediotiempo.net y a través de @macafut en Twitter.
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