‘Cantaba en los camiones pintado de Cepillín’; Pequeño Pierroth, de la calle al éxito

El luchador del CMLL quiere ser recordado con la bandera del sí se puede, pues él es alguien que viene desde abajo y que ha alcanzado sus sueños.

Pequeño Pierroth | CMLL

Aquello de pequeño es mote, etiqueta, distintivo, División, categoría, porque lo ciertos es que las letras hechas voz debajo de la máscara sólo apuntan a grandeza, a un personaje que bien ejemplifica la bandera que él mismo ondea, la del sí se puede.

Pequeño Pierroth, en modo bocazas, pero buena onda, se sentó frente a las cámaras de Sin Máscaras, y lo cierto es que, su relato, con el tono exacto, fue auténtico y generador de escozor, pero de ese bueno, uno de esos que de pronto pueden erizar la piel y poner la mente y las emociones a mil por hora.

Rudazo de siete suelas en el ring, y siempre yendo en contra de la corriente, porque con todo y las carencias en casa, se abrió camino para ser hoy portador de un personaje icónico en este mundo llamado lucha libre.

“Hay una frase o un don, no sé, pero es algo que uno ya trae, yo me acuerdo que de pequeño era muy peleonero en la escuela, cursé mi primaria en seis primarias porque me expulsaban; más que peleonero, me defendía, como siempre he sido chaparrito, nunca crecí, flaquito, pues todos me bulleaban, entonces quise hacerme respetar a través de golpes, aunque mi intención no era ser luchador, mi deporte favorito era el futbol, incluso jugué en un ramal del América.


“Mi vida fue muy restringida en el aspecto económico, éramos 14 de familia, entonces desde chico aprendí a trabajar, salí a la calle, fui de la calle, a los siete u ocho años cantaba en los camiones, para esa época estaba de moda Cepillín y me pintaba la cara como él, me subía a un camión a cantar y me iba muy bien, desde ahí empezaba a usar máscara.


“Ya no pude pagar la colegiatura en la escuela del América y entonces decidí entrenar boxeo, pero eran unas friegas y me di cuenta que sólo me agarraban de sparring, entrené karate, fui instructor y después empecé a entrenar lucha olímpica y lucha libre, como unos tres años, más porque en ese tiempo era complicado, me decían que era muy chiquito, me corrieron, me aferré y con Espectro Jr. fue que empecé y ahora son 30 años de carrera”, agrega.

Gran compromiso

Y ser quien ahora cubre su rostro con la tapa de un estandarte del pancracio, tuvo sus complicaciones, pero como siempre, lo luchón le permitió mantenerse firme hacia adelante.

“Me siento muy orgulloso de portar el nombre de Pierroth, me ha costado lágrimas, sobre todo en mis inicios; yo vi por primera vez al señor Pierroth en la Arena Coliseo, pasó cerca de mí y me impresionó, yo pesaba 45 o 50 kilos por mucho, era un monstruote.


“Yo seguía entrenando y cuando ingreso al CMLL y me dan el nombre, imagínate, tenía que convencer a la empresa y a Norberto Salgado, quien recuerdo que me dio un mes para que lo sacara avante, porque de lo contrario dijo que me lo quitaría; ha sido difícil, pero eso del pierrotazo es ya algo emblemático”.

Las buenas y malas

Y en esa dinámica de enlistar lo bueno y lo malo que le ha dejado este deporte, Pierrothito encuentra la balanza perfecta para entender que ha sido todo precisamente parejo o balanceado, aunque por encima está el orgullo de demostrarle a quien lo minimizó o incluso humilló, que pudo ser alguien en la vida y además alcanzar sus sueños.

“Las malas son de que cuando tú portas un personaje y sales a un escenario, debes de convencer, sin importar quién está detrás de la máscara; después de la muerte de mi padre me tuve que ir a trabajar enseguida, no estuve en la graduación de mi hija, las lesiones, esas son las malas.


“Después de ser un niño de la calle, cantar en los camiones, vender en las calles, bolear zapatos, a irme a luchar a Londres, a Beirut, a Portugal, pues no tiene nombre; yo no quiero ser ídolo, quiero ser ejemplo de que sí se puede, mi frase es: ‘pase lo que pase, siempre lucha por tus sueños’”.

¿Qué es Sin Máscaras?

Sin Máscaras es un programa dedicado a la lucha libre, un deporte icónico de la gran nación azteca

La tradición del pancracio es contada por los protagonistas, con entrevistas en las que puedes conocer más de tu luchador favorito, pues la idea es que veas una charla amable, pero además reveladora. 

Esta emisión la puedes seguir en las plataformas digitales de Multimedios; una pieza en la que participan en sinergia Milenio La Afición, el periódico deportivo por excelencia, y mediotiempo, la multiplataforma deportiva.



  • Rodrigo Mojica
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