LRG3 2025: El arte de preservar lo imposible

En un mundo donde los videojuegos se desvanecen con el cierre de servidores, Limited Run Games (LRG) volvió a recordarnos que lo físico no ha muerto: solo estaba esperando su momento. El evento LRG3 2025 fue más que una vitrina de lanzamientos; fue un manifiesto. Una carta de amor a los juegos olvidados, a los formatos extintos, a las historias que merecen ser tocadas, coleccionadas y compartidas.

Este año, la compañía anunció más de 25 títulos que recibirán ediciones físicas, y cada uno pareció elegido con gran detalle. Capcom Arcade Stadium encabezó la lista, trayendo de vuelta la era de los arcades. Le siguieron joyas como Aero the Acro-Bat Collection y Cho Aniki Collection, que no solo apelan a la nostalgia, sino que reafirman el valor de lo excéntrico, de lo que alguna vez fue marginal y hoy es culto.

Pero el golpe de efecto vino con Onimusha 2: Samurai’s Destiny y Fear Effect 2: Retro Helix. Dos títulos que, en su momento, desafiaron convenciones narrativas y estéticas, y que ahora regresan con ediciones tangibles para las consolas actuales.

El acontecimiento también fue terreno fértil para los indies. XenoTilt y Turbo Overkill se suman al catálogo físico, demostrando que la innovación no está reñida con la permanencia. En un ecosistema donde los juegos independientes a menudo desaparecen tras su ciclo de hype, verlos en caja es siempre agradecido.

Y entonces llegó WayForward con su doble anuncio: Shantae 7 y Sigma Star Saga DX. El primero, una nueva entrega de una saga que ha sabido reinventarse sin perder su esencia. El segundo, una remasterización que rescata uno de los híbridos más curiosos de la era GBA: RPG y shoot ‘em up en un solo cartucho.

Lo que hace especial a LRG no es su catálogo, sino su filosofía. La presentación no fue grandilocuente. No hubo fuegos artificiales ni promesas de mundos abiertos infinitos, pero existió algo más poderoso: añoranza y respeto por el jugador, por la historia del medio, por los desarrolladores que alguna vez soñaron con que su juego tuviera un lugar en la estantería de alguien.

LRG3 2025 no fue un evento para coleccionistas, fue un recordatorio de que los videojuegos también son memoria y mientras haya personas que los quieran conservar, este segmento de mercado seguirá siendo muy beneficioso tanto para los desarrolladores, intermediarios y por supuesto, los consumidores.

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