Futbol
Editorial Mediotiempo
Columna de Mauricio Cabrera Editorial Mediotiempo

Bien a secas

México hizo justo lo necesario para obtener la victoria en su debut dentro de la Copa Confederaciones. Gracias al encomiable desempeño colectivo a lo largo de la segundad mitad, el quehacer futbolístico del cuadro verde frente a los japoneses alcanzó grados de aprobación. La ansiedad y las imprecisiones que se presentaron durante los primeros minutos de la batalla preocuparon sobremanera. El dinamismo y la picardía de los asiáticos suelen indigestársele al seleccionado mexicano, tal y como quedaría en evidencia con el inesperado tanto de Yanagisawa. Los instantes posteriores dieron sólidos argumentos para imaginar una catástrofe. El mediocampo no aparecía; la defensa se equivocaba en terreno propio y la delantera no lograba peligrar. Sólo una genialidad individual de Antonio Naelson en la recta final del primer tiempo fue capaz de salvar al equipo comandado por Ricardo La Volpe de irse a los vestidores con una derrota parcial.

La inyección psicológica otorgada por el tanto del empate y la oportuna intervención del cuerpo técnico cambiaron radicalmente la fisonomía del partido. El gran éxito de la causa azteca en la parte complementaria del cotejo se fincó en la inteligencia de atacar sin que ello produjera distracciones en la retaguardia. Los deseos de triunfar siempre deben ir acompañados de la concentración. El invaluable aporte de Luis Pérez en la zona de creatividad le otorgó mayor certeza al panorama tricolor. Si el irregular desempeño de la representación mexicana en anteriores compromisos ha sido achacado al siempre polémico La Volpe, es justo reconocer que las modificaciones ordenadas desde el banquillo fueron,  en buena medida, las que propiciaron la suma de tres puntos fundamentales en el inicio del Festival de Campeones. 

El comienzo mexicano en la competencia puede ser dividido en dos grandes actos. Del primero, únicamente se deben rescatar la enjundia mostrada antes de que se produjera la anotación del rival y la fantástica obra de Sinha. Del segundo, sobresale la disciplina mostrada, el reencuentro con el gol de Fonseca, la tranquilidad otorgada por Pérez y la frialdad para mantener el control de las hostilidades.

Los rivales del futuro serán más exigentes que la escuadra dirigida por Zico. Brasil, el contrincante inmediato, nos destrozaría con pasmosa facilidad si México repitiera la incierta actuación del primer tiempo. Grecia, la llave para la clasificación, exigirá aplicación extrema en las jugadas a balón parado. De cualquier forma, el impulso dado por las tres unidades incrementa notablemente las posibilidades del cuadro azteca de cara a las semifinales del certamen.

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