
Héroes de la guerra perfecta
Una historia de vida en 90 minutos. La belleza del futbol siempre ha estado ahí, en esa naturaleza que le permite escribir páginas inolvidables para millones, aunque en realidad sólo sean unos cuantos los que en verdad son protagonistas. El balón, en tardes como la de ayer, se convierte en el objeto de la gloria compartida, en el sueño común de multitudes. La épica victoria de México ante Alemania en el Mundial Sub-17 es un pequeño bocado del país que todos quisiéramos. El equipo de Raúl Gutiérrez no se dejó vencer por la adversidad, remó contracorriente pese a que muchos lo daban por muerto, sobre todo a partir del 2 a 1, y encontró en Julio Gómez a un héroe precoz que no dudó en pagar con sangre la osadía de convertirse en el ídolo de una tarde que sólo así podía terminar inclinada a nuestro favor. Descalabrado físicamente, pero con una fortaleza mental que habitualmente hubiera estado en la camiseta teutona. Resta un episodio para coronar la obra. Mientras tanto, se vale emocionarse con unos jóvenes que han vuelto a demostrar que no existe inferioridad de razas y que México, con sus virtudes y defectos, puede competir ante cualquiera y llevarse la victoria. En el 2005, los niños de Jesús Ramírez lo demostraron; en el 2011, los de Raúl Gutiérrez lo ratifican con la intención de dar ese golpe definitivo para que el mexicano crea en sí mismo de una vez por todas, para que estos futbolistas alcancen la madurez con ese desenfado necesario para no intimidarse ante la posibilidad de ser exitoso. Siempre que se da un resultado de este tipo, aparecen los que afirman que la victoria no es más que del técnico y los jugadores, pero seamos honestos, todos nos sentimos parte de un triunfo memorable. No le veo lo malo a volver comunitario lo exclusivo, en especial cuando eso contribuye a que hoy yo, como muchos de ustedes, hayamos despertado con una felicidad atípica, con esa relajada alegría de sentirse orgullosos de lo que somos, de lo que podemos hacer y alcanzar. Al patriotismo se le cuestionan muchas cosas, pero jamás dejaré de percibir su sinergía con el futbol como la gran ventana para juntarnos en un mismo grito en torno a una guerra que no deja a muertos y heridos, sino la algarabía de haber sido mejores con el objeto más hermoso del mundo. De salida ¿Será mucho pedir que el Tri derrote a Perú en la Copa América? Me parece que puede darse el triunfo. Que sigan las alegrías... Espero sus comentarios en mcabrera@mediotiempo.net y a través de @macafut en Twitter.
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