
Iñárritu, el jefe sobreprotector
En la debacle del "Piojo" Herrera en cuanto a niveles de popularidad, la culpabilidad recae en un actor principal. Su nombre es Héctor González Iñárritu.
Su desempeño como jefe del entrenador de la Selección Nacional ha quedado lejos de ser un guía, y por el contrario, parece sumiso a los caprichos de Miguel Herrera.
Está a la vista de todos que el técnico del Tri vive las horas más bajas desde que asumió el banquillo que, invariablemente, tarde o temprano marea y enloquece a quien lo ocupa.
En cuestión de tres semanas Herrera echó por la borda la imagen positiva que tenía con la mayoría del público mexicano. Y arriba, González Iñárritu no ha sido capaz de frenar esa caída del “Piojo” porque no ejerce el mando que posee como cabeza de la Dirección de Selecciones Nacionales.
El "Piojo" se metió en un laberinto sin salida cuando el pasado 7 de junio, en día de elecciones en el país y cuando el Tri iba a disputar un partido contra Brasil, pública y abiertamente manifestó su apoyo al Partido Verde con tuits que cayeron muy mal entre un amplio sector de la sociedad, porque lo hizo en plena veda electoral.
¿De verdad lo hizo sin consultar a su jefe directo? ¿En serio González Iñárritu no estaba enterado de los tuits que iba a publicar el "Piojo"? Si esto fue real, su liderazgo quedó trastocado. Y si estuvo al tanto y permitió que ocurriera, igual falló al no ejercer la autoridad que tiene sobre Herrera para impedirle que lo hiciera.
A partir de ahí vinieron las días de bajada como en tobogán para Miguel. Se enojó porque se le cuestionó su postura en veda electoral, decidió no darle entrevistas a Raymundo González, reportero de Medio Tiempo, como "castigo" por haberle preguntado del tema en conferencia de prensa, luego culpó -como siempre- a los árbitros por los malos resultados en la Copa América y por la prematura eliminación del Tricolor en Fase de Grupos.
Para acabar de arruinar su imagen, el "Piojo" llamó "pendejo" a un comentarista por haberlo criticado. Y todo, bajo la sobreprotección de su jefe, González Iñárritu, quien parece estar a la sombra de Herrera, cuando su puesto demanda que esté por delante y encima de él para que, además de exigirle buenos resultados, se apegue a lineamientos de conducta básicos para el entrenador nacional.
No le pone un freno, no le hace una llamada de atención, no lo controla, no le exige mesura. En todo esto la responsabilidad es del “Piojo”, pero la culpa es de González Iñárritu. De hecho, si las cosas no marchan bien en la Copa Oro, antes que Herrera a quien dejarán sin trabajo será al Director de Selecciones Nacionales.
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