Alan Pulido, el secuestro y las dudas naturales

No pasó ni una semana de haber sufrido un secuestro (que al final resultó un tanto exprés) cuando Alan Pulido ya andaba de fiesta relajándose en Los Cabos con su novia, misma a la que dejaron libre los delincuentes que se llevaron al delantero mexicano la madrugada del domingo pasado.

Está claro que cada quien puede recuperarse como quiera y pueda de un suceso de esa naturaleza, pero si ya en sí mismo el caso había generado demasiadas sospechas, el hecho de andar de vacaciones en una de las playas más exclusivas del país pues genera todavía más suspicacias.

Yo soy de los que piensan que por supuesto pudo ser verídico el secuestro (porque además hasta ahorita no hay nada que pruebe lo contrario), pero en este país he visto tantas cosas turbias donde los políticos literalmente hacen lo que sea para sacar ventaja y dorarle la píldora a la población, que no descarto para nada una simulación o un montaje, o como quieran llamarle.

Me cuesta muchísimo trabajo creer que Alan pudiera prestarse a ser parte de un teatro tan grotesco. Lo malo es que en un parpadeo todo pasó de ser una noticia desagradable por la desaparición del futbolista a convertirse en motivo de burlas por la forma en que terminó el asunto.

A Pulido le pudieron tocar los peores secuestradores del mundo mundial, él pudo ser la víctima más audaz que a cualquier guionista se le ocurriera, y muchas veces ocurre que la realidad supera a la ficción. Claro que pudo ser real la versión oficial, pero es tan chusco que las dudas que desata son naturales.

Como suele ocurrir en mi querido México, jamás tendremos certeza de lo que ocurrió, y nos quedaremos con la versión oficial, a menos que el propio Alan Pulido quiera hablar abiertamente y no salga corriendo como hizo con la periodista Adela Micha, a quien dejó plantada minutos antes de empezar una entrevista que tenían pactada.