Futbol
Editorial Mediotiempo
Columna de Mauricio Cabrera Editorial Mediotiempo

Las tareas del Tricolor

La Selección Mexicana convierte en emocionante lo que no tendría que ser. La extensa serie de misiones no cumplidas a lo largo de los últimos meses terminó por derivar en un panorama en el que el medio futbolístico siente la necesidad de emocionarse por partidos cuyo grado de dificultad, al menos en la teoría, no tendrían porque generar nerviosismo ni tensión entre todos los que amamos a la escuadra de más de cien millones de mexicanos.

El Tri actual es como ese niño que acostumbra pasar de panzazo el ciclo escolar, provocando que los padres de familia terminen extasiados ante el hecho de que su vástago haya logrado acreditar un examen que carecería de valor si en todos los demás exámenes, su pequeño hubiera trabajado como debía.

La estampa de un Azteca llenó e implorando por el triunfo frente a Honduras fue espectacular, mas no así las razones que llevaron a más de cien mil personas al Coloso de Santa Úrsula. El multitudinario apoyo mucho tuvo que ver con las grandes dudas provocadas por el fracaso preolímpico durante la gestión de Hugo Sánchez como técnico nacional. Ha cambiado tanto el panorama que pasamos de tomar con tranquilidad un tres a cero frente a Jamaica en territorio mexicano a señalarlo como una muy buena actuación de nuestra escuadra… Y todo porque ya nos acostumbramos a sufrir en obstáculos que pensábamos superados años atrás.

El futbol y su magia nos permiten, de vez en cuando, observar a Inglaterra festejando jubilosamente un empate ante Trinidad y Tóbago en la máxima justa futbolística del orbe; o a Brasil rezando por conseguir un tranquilizador triunfo en la eliminatoria sudamericana. Pero eso llega a ser emotivo cuando en verdad se trata de una ocasión fortuita, no de una serie de hechos en los que ni a nivel de clubes ni de selecciones podemos encontrar el camino para superar obstáculos que de 1994 hasta años recientes estaban controlados, a excepción del riesgo que siempre ha entrañado la disciplina táctica de Estados Unidos.

Sí, yo como tú, pienso impulsar a nuestro equipo para que consiga la clasificación al Hexagonal final. Estaré apoyando desde mi trinchera y deseando que todo salga bien en este primer gran reto que afronta Sven-Göran Eriksson como timonel del equipo de más de cien millones de mexicanos. Lo que me niego a digerir es el hecho de que se haya vuelto costumbre tener que estar muy alerta y al pendiente en una eliminatoria en la que no existe raón alguna para sufrir, más allá de nuestras propias limitaciones para afrontar con entereza los partidos, dejando de lado las poses de diva asumidas por nuestros futbolistas en cuanto se siente dueños de una fama que no por pasajera deja de ser significativa para ellos.

Apoyemos, luchemos, gritemos por los nuestros, pero también exijamos con altos parámetros. Claro, siempre y cuando de verdad pensemos en grande… Opina de esta columna aquí.

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