Crónica de una crisis anunciada

Lo que ha pasado en Cancún durante las Finales de la WTA es culpa de una serie de decisiones mal tomadas que poco tienen que ver con la organización local. No tengo duda que un gran esfuerzo al menos se hizo, pero el hecho de que el circuito femenil decidiera en septiembre, a menos de dos meses de su realización, que el destino mexicano auspiciara uno de los torneos más importantes del año, resultó ser un reflejo de la crisis que vive el organismo.

Con el exitoso antecedente de Guadalajara en 2021, pocos imaginamos el desastre que ha resultado ser para las tenistas la experiencia en un nueva sede en México. El estadio estuvo listo a un día del inicio del torneo, solo hubo dos canchas de entrenamiento para las mejores ocho del año, más las doblistas, desde la previa las jugadoras comenzaron a levantar la voz por las condiciones y todo empeoró en la semana con las irregularidades del bote por una cancha casi improvisada.

Hace un mes las jugadoras le habían hecho llegar a Steve Simon, cabeza de la WTA, una carta donde expresaron su descontento por cómo estaba siendo organizado el tour. La respuesta apenas llegó tras las mediáticas críticas por Cancún, donde la cereza del pastel son las lluvias y fuertes vientos que retrasaron la Final. Con las imágenes no se sabe si reír o llorar, así lo han expresado algunas jugadoras. Aryna Sabalenka siente que la WTA les ha faltado al respeto, mientras que Vondrousova asegura que el circuito no está interesado en sus sensaciones.

“No es un evento perfecto, entendemos que las condiciones son un reto y la WTA acepta por supuesto su responsabilidad en esto… Han sido escuchadas” dicta parte del mensaje del organismo, que en las últimas semanas ha sido parte de todas las conversaciones alrededor del deporte blanco por la noticia de que están al borde de la quiebra. La fecha límite es 2026, donde si no se formaliza la fusión con la ATP, su salvavidas, se declararían en bancarrota.

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