Futbol
Editorial Mediotiempo
Columna de Mauricio Cabrera Editorial Mediotiempo

Las formas del futbol

En un medio regido por los intereses económicos, la manera de imponerse al rival es lo de menos. Se busca triunfar a costa de lo que sea, incluyendo los principios éticos con que deben manejarse las instituciones de alto nivel. Las grandes cantidades de dinero, los caprichos de jugadores que se sienten indispensables y el poder de unos dirigentes acostumbrados a obtener lo que desean con base en su chequera deriva en una dinámica que termina resultando perjudicial para todas las partes involucradas. Jugadores, técnicos y hombres de pantalón largo participan en un ejercicio en el que pasan indistintamente de víctimas a culpables. A todos les toca. Cuando menos en ese sentido la pelota reparte parejo.

La deslealtad con que se maneja el futbol profesional explota notablemente en época de contrataciones. Equipos que seducen a estrategas de otras entidades, futbolistas que se lanzan en contra de quienes les dieron de comer durante los últimos meses y timoneles que son promovidos por medio de inserciones pagadas en los medios de comunicación se significan como escenarios comunes. Cada quien busca llevar agua para su molino. El resultado final se limita a una mera cuestión monetaria. El signo de pesos acaba inclinando la balanza a favor de uno u otro. Los acuerdos de palabra se esfuman en cuanto una mejor oferta aparece sobre la mesa. Es la lógica de los negocios. Negarse a formar parte de ella no es nada sencillo.

El tema viene a colación por los recientes casos de Luis Fernando Tena y Miguel Zepeda. El primero fue tentado sin recato alguno por las Águilas del América. A los mandamases de Coapa poco les importó que el “Flaco” tuviera contrato vigente con los Jaguares de Chiapas, entraron en contacto con él y lo convencieron. Si el aún timonel chiapaneco no está en el banquillo emplumado es gracias a que la institución felina apeló al reglamento e impidió que la transacción se realizara. En el segundo ejemplo, también está implicado el cuadro de Coapa; sin embargo, el panorama es menos negro de lo que muchos quisieron hacer ver. Miguel Zepeda nunca tuvo firmado documento alguno con el Atlas. Fue el propio jugador quien pidió la oportunidad de emigrar, por lo que se le estaban dando todas las facilidades para que ello sucediera. Daniel Guzmán, técnico de los Zorros, solicitó los servicios del mediocampista. De inmediato, la comitiva rojinegra se puso en contacto con su homóloga santista para ofrecer una cantidad ínfima de dinero y algún elemento juvenil. Santos, pensando en librarse de la problemática relación con Zepeda, dio su visto bueno. El giro de la historia se dio el martes por la tarde, cuando llegó a Torreón una oferta que igualó el sueldo devengado por el futbolista en la Comarca y satisfizo los intereses de la escuadra albiverde. Ahí fue donde terminaron perdiendo los Zorros.  La valoración de los hechos siempre exige un análisis a conciencia. Así como el accionar del América fue completamente reprobable en el citado caso de Luis Fernando Tena, debe señalarse que cumplió con el protocolo en la negociación de Miguel Zepeda. Lo que resulta fundamental es que los involucrados en el futbol mexicano comprendan la importancia de manejar un código de comportamiento; de lo contrario, los golpes bajos seguirán a la orden del día, los rencores se mantendrán  y el establecimiento de la diplomacia debida en la Federación Mexicana de Futbol permanecerá como una utopía.

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