
La mediocridad del Atlas
El inminente retorno de Ricardo Antonio La Volpe a la Dirección Técnica de los Zorros aclara, como si realmente hiciera falta, el panorama de un futbol que perdona cualquier fracaso, declaración o pifia que se cometa. Sólo en México, con la tendencia al olvido en que tan frecuentemente incurrimos, es posible observar a un equipo, con sus aficionados incluidos, rogando por el arribo de un hombre que fracasó en sus tres últimas incursiones como estratega, que ha minimizado al futbolista nacional en innumerables ocasiones y, no conforme con ello, se hace del rogar como si se estuviera negociando con el mejor entrenador del orbe.
Los conservadores de siempre, habituados a la mediocridad del balompié nuestro de cada día, dirán que La Volpe inició una escuela en los Zorros. No lo niego. Esa escuadra me emocionaba por su estilo de juego, por el carácter con que afrontaba los compromisos y porque aplicaba la más loable formula de negocios, consistente en hacer mucho con poco. Pero, aquí se presenta la objeción que a mi juicio basta para frenar la emotividad en torno al malogrado ex técnico de Boca, nunca se consiguió un título, se fracasó en cada intento. La sequía de títulos continua, y mi lógica señala que después de casi seis décadas de no conseguir una corona, ya tendría que ser urgente hacerse de los servicios de un timonel ganador, aunque tuviera menos retórica y fuera cuando menos un gramo menos egocéntrico.
La ideología de los aficionados rojinegros ha llegado a considerarse un ejemplo a seguir. Los tropiezos no merman su amor por la camiseta. Ellos se mantienen leales a la causa y mantienen sus ilusiones de obtener un título, aunque en el fondo lo hacen noventa y cinco por ciento llevados por el corazón y sólo un cinco por ciento en terminus objetivos. Son románticos y eso vende en la actualidad. Lo aplaudo, me seduce la idea. Sin embargo, cuestiono el hecho de estar ante una parcialidad que se ha perdido en el romance y relegado a Segundo plano una realidad inevitable: Atlas es una de las entidades más perdedoras del balompié azteca. Y no se ve que hagan mucho por salir de esa situación, se sienten cómodos… hasta parece que les gusta.
Guardando las debidas proporciones en cuanto a las problemáticas particulares, el Atlas es un reflejo de los defectos de nuestro balompié. Paciencia interminable, falta de tino a la hora de tomar decisiiones, mucha política y pocas promesas cumplidas, mucha pasión y escaso raciocinio. Mientras el futbol mexicabno sea incapaz de modificar su proceder, estaremos con técnicos que tienen garantizado un trabajo millonario por el simple hecho de haberse coronado en una ocasión hace diez años.
Como punto final a mi columna, les dejo una pregunta: ¿qué hace falta para ser tomado en cuenta como técnico de alguno de los 18 clubes de Primera División? Se darán cuenta de que, en la mayoría de los casos, sólo una temporada buena o un pasado glorioso, aunque este para nada esté relacionado con el presente en cuanto a los logros deportivos.
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