Columna de Raquel Pérez de León

¿Por qué el estrés engorda?

Haces ejercicio y llevas una dieta saludable pero, ¿no bajas de peso? Puede ser que el estrés te lo esté impidiendo.

Llevamos un estilo de vida muy apresurado, y el estrés es un común denominador de nuestro día a día que nos afecta de diferentes maneras. Puede ser con gastritis, colitis, dolores de cabeza, problemas en la piel y, a otros cuantos, nos afecta en el peso.

Más grasita. Son dos las hormonas que se liberan cuando estamos estresados, el cortisol y la adrenalina: ponen a nuestro cuerpo en modo de alerta para enfrentar la situación. El cortisol incrementa el metabolismo, sin embargo, también hace que nos dé más hambre y, como está enamorado del azúcar, más antojo de cosas dulces y grasosas. Este tipo de alimentos a los que llamamos “comida reconfortante”, de momento nos pueden hacer sentir un poco mejor. Lo malo es que, aunque nuestro cuerpo esté quemando más calorías, comemos más para compensarlo y, como consecuencia, ganamos unos kilitos extra.

Menos músculo. Las consecuencias no son únicamente el incremento de grasa corporal, además podemos perder músculo. El cortisol es una hormona catabólica, es decir, que es capaz de romper nuestros músculos para obtener energía. Por un día tal vez no pase nada, pero si el estrés es crónico, sí puede llegar a afectar tu salud y de nada servirá tanto entrenamiento.

Resistencia a la insulina. Cuando comemos, nuestros niveles de glucosa en sangre aumentan y, después de un rato, vuelven a la normalidad. Cuando estamos bajo una situación de estrés o peligro, nuestro cuerpo libera azúcar o glucosa en la sangre para proporcionar energía a los músculos. Lo malo es que si no utilizamos esa energía, se liberará insulina, hormona encargada de disminuir los niveles de azúcar en sangre. Si esta situación se presenta frecuentemente, las células dejan de responder a la insulina y no pueden absorber el azúcar de la sangre fácilmente, a lo que se conoce como “resistencia a la insulina”.

Como podrás ver, el estrés nos afecta más de lo que pensamos, y no solamente en el peso, también en la salud. Es importante aprender a identificarlo y tratar de disminuirlo lo más posible: la meditación, el ejercicio y un descanso adecuado te pueden ayudar

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