Columna de Vanessa Romero

FMF: Nos reservamos el derecho de admisión

En el contexto de las últimas sanciones impuestas por la Comisión Disciplinaria de la FIFA a la Federación Mexicana de Futbol (FMF) por el grito prohibido: dos millones de pesos y dos juegos a puerta cerrada, la FMF ha ideado un nuevo mecanismo para sancionar a quienes ejecuten tal práctica en el estadio. El novedoso (y difícilmente implementable) proyecto busca identificar a aquellos aficionados que griten puto dentro del recinto para después prohibirles la entrada —hasta por cinco años— a los juegos organizados por la propia Federación. Un plazo mayor a la sanción que le corresponde, según el Código Penal de la CDMX, a quien cometa el delito de acoso sexual. Todo un caso de estudio para la teoría de la proporcionalidad de la pena.

¿Cómo funciona la peculiar y panóptica idea? Los aficionados, además de comprar nuestra entrada para acudir al partido de la Selección Mexicana, tendremos que acceder al portal de la FMF, registrar nuestro boleto e identificarnos con nuestros datos personales (se prevé incluso la necesidad de fotografiarse y presentar una identificación oficial). Como resultado del proceso, la FMF asignará a cada persona registrada un código digital con el que podrá acceder al estadio. Boleto y código en mano. Así, la Federación, al determinar a los perpetradores del grito, podrá identificarlos fácilmente e imponerles el temido castigo; cinco años sin poder ver al TRI a la cara.

Esta singular medida tiene, al menos, tres aristas a ser analizadas. Uno, la forma en que el plan —casi de rebote— impactará a la reventa de boletos. Dos, los riesgos para la afición y las responsabilidades que surgirán para la Federación al almacenar los datos personales de los asistentes al estadio, inclusive de menores de edad. Tres, la facultad de la FMF para sancionar a particulares y negarles el acceso a un establecimiento mercantil: el estadio.

Primero lo que llegó de refilón: la afectación a la reventa de boletos. Ya que el registro digital que llenaremos en la plataforma de la FMF deberá estar, necesariamente, ligada a nuestro boleto, la labor de los revendedores —cuya actividad solía terminar cuando ponían un par de boletos en nuestra mano tras repetir la cantaleta ¿le sobran o le faltan? — se complicará. No dudemos que en breve seremos testigos de ingeniosas soluciones por parte de aquellos comercializadores. Desenredos dignos de afirmar que los mexicanos no gobernamos el mundo nomás porque no queremos. Lo interesante acá es que, en términos de la ley aplicable, la FMF y la Secretaría de Seguridad Pública ya eran responsable de vigilar que no existiera la reventa. Digo interesante cuando quiero decir evidente. La reventa le vacía el bolsillo al aficionado. El estadio vacío a la Federación.

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Un segundo punto que no habremos de perder de vista es que la Federación tendrá acceso a nuestros datos personales y los utilizará para, de ser el caso, hacer valer la sanción con la que amenaza. Ante la enorme cantidad de información —bases de datos repletas con datos de hinchas de la Selección— la FMF deberá implementar importantes medidas de seguridad para resguardarla y que la misma sea utilizada, exclusivamente, para el fin que se proporcionó. Ya sé que a nadie le importa demasiado, ya sé que nadie lo lee, pero al menos estemos al tanto: habrá un aviso de privacidad aplicable a los datos personales que tratará la FMF.

Por último, la vertiente más cuestionable; la arena suelta sobre la cual está construida toda la estrategia de la Federación. ¿Qué o quién faculta a la FMF para que, como entidad privada (una Asociación Civil para ser precisos), niegue a particulares el acceso al estadio? Aterricemos el análisis al estadio en el cual se correrá la prueba piloto; el Coloso de Santa Úrsula, aquel recinto propiedad de Televisa, de quien la FMF arrienda el estadio cuando juega el TRI.

A los partidos de futbol que se celebran en la Ciudad de México les aplica la Ley para la celebración de Espectáculos Públicos en la Ciudad de México. Tal ordenamiento señala que la FMF no puede negarle la a entrada al estadio a ninguna persona que lo solicite si tal rechazo es discriminatorio. Así, comprendiendo por discriminación toda distinción que, sin juicios objetivos de valor, obstaculice el ejercicio de derechos y libertades, es complicado justificar la negativa de acceso al estadio por gritar una de tantas palabras altisonantes (si acaso) a que el espectáculo alienta. Por supuesto que la ley prevé algunos casos excepcionales en que el acceso puede ser denegado: personas en evidente estado de ebriedad, bajo el influjo de estupefacientes o que porten armas. La emisión de un grito que no constituye ilícito alguno —más bien una conducta indeseable por la FIFA y que trae azorrillada a la FMF— no es causal suficiente para que un aficionado sea excluido del recinto.

Del otro lado de la moneda, desde la visión de cancha del aficionado, el Reglamento de la ley en materia de espectáculos masivos y deportivos, prevé que el espectador, por el solo hecho de pagar por su boleto, tiene derecho a ingresar al estadio y a disfrutar del espectáculo. Dentro de las obligaciones que tal reglamento impone a la afición, por supuesto que no se incluye la prohibición de emitir un grito aleatoriamente restringido. Es más, el reglamento únicamente señala que la afición deberá abstenerse de agredir físicamente a espectadores, participantes y demás asistentes al espectáculo. El reglamento no entiende de quisquillosas susceptibilidades para un juego naturalmente confrontativo.

En suma, la ley en la CDMX no permite a la FMF la imposición de la sanción con la que amenaza, al menos no expresamente. Mucho menos prevé sanciones o infracciones tan largas como las que pretende imponer la Federación. La medida parece más bien el hexágono que un bebé quiere embonar a golpes en un cubo de figuras sin espacio para él. Y es que no hay espacio para él. No hay lugar, ni en la ley ni en el futbol a restricciones caprichosas, a sanciones que ignoren la naturaleza del juego. Si vamos a aceptar —o nadie va a hacer nada en contra de— estas sanciones a ser impuestas por la FMF, al menos reconozcamos que la premisa de la que parten no es lo equivocado del grito, sino la desavenencia antojadiza de la FIFA contra él. Y nadie aguanta un recargón de la FIFA.

Vanessa Romero Rocha: Es abogada. Estudió la licencatura y maestría en Derecho en la Escuela Libre de Derecho, así como una maestría en la University College London. Escribe sobre derecho, género y deportes. Ha publicado en Porrúa sobre cuotas de género y la igualdad en México.


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