
De Mahomes el ídolo, a Djokovic el villano
Para Oli el futuro del golf en su octavo aniversario.
Los dos ganan, pero uno es héroe y el otro villano. Los dos ganan, pero uno es el ídolo de todos y el otro es el impostor que no puede ser vencido por nadie. Los dos son el ícono de su deporte, pero no se les rinden igual.
Este fin de semana fuimos testigos de cómo, en dos deportes distintos, el carácter, la personalidad, y porqué no decirlo, la genialidad de un atleta, pudo marcar la diferencia en el resultado de dos partidos que hoy por hoy enmarcan a sus dos protagonistas como la imagen misma del éxito.
Novak Djokovic y Patrick Mahomes hicieron una vez más historia. El primero, al ganar su décimo Autralian Open, el cuarto de manera consecutiva, conseguir su título 22 de Grand Slam y volver al número del mundo. El segundo, al llegar a su tercer Super Bowl en los últimos cuatro años, jugando su quinta final de conferencia de manera seguida, lo cual ha hecho desde que debutó con los Jefes de Kansas City a los 23 años.
En el caso de Mahomes, a pesar de tener un esguince de tercer grado en el pie, faltando menos de treinta segundos en el reloj, tuvo las agallas para correr el balón, con todo y su delicada lesión, arriesgando totalmente su físico, para poder conseguir las yardas que le faltaban a su equipo para poder intentar un gol de campo en la penúltima jugada del partido. Esta jugada, aunado a la estupidez de un defensivo de Cincinnati (aventó a Mahomes estando él ya fuera del campo, lo que le costó un castigo de 15 yardas) le dio a los Jefes una victoria que se veía muy poco probable cuando faltaban menos de cinco minutos en el reloj.
El QB de Kansas City hoy por hoy es el mariscal de campo que cualquier equipo de la NFL quisiera tener en sus filas (No de a gratis tiene el contrato más oneroso de la NFL con más de 500 millones de dólares). Lesionado hizo cosas que muchos jugadores en plenitud no podrían lograr. Lesionado, prefirió agravar más su lesión, antes que dejar ir un partido o perder un balón.
Una jugada que refleja lo anterior y lo dibuja de cuerpo entero, fue cuando perdió un balón al intentar un pase en diagonal. Mahomes en su desesperación por recuperarlo, estiró su brazo al máximo para alcanzar el ovoide, no obstante que el mismo ya estaba en poder de un contrario. El brazo de Patrick quedó atrapado debajo de varios jugadores, y auque no recuperó el balón, el esfuerzo hecho por él, le dejó claro a su equipo que estaba dispuesto a hacer cualquier cosa por ganar. ¿De qué forma algún jugador de Kansas podría no dar su cien, si su mariscal de campo estaba inclusive arriesgando su carrera con una posible lesión mayor, en lugar de pensar en la comodidad de su fama y contrato?
Caso contrario lo pudimos ver con Josh Johnson, el QB suplente del suplente de los 49 de San Francisco, quien ante un fumble ocasionado por él mismo, no solo perdió el ovoide, sino que ni siquiera se atrevió a hacer el más mínimo esfuerzo por recuperar el balón. La perdida de éste marcó el fin de las esperanzas de San Francisco por poder ganar su partido contra Filadelfia.
Este simple hecho, que pudiera pasar desapercibido para muchos, es la muestra más palpable de la diferencia entre un grande y un jugador del montón, en donde ya no se está discutiendo el alcance de su brazo, la velocidad de sus piernas, o la solidez de su línea ofensiva. Por eso Mahomes, con todo y que juegue limitado por su esguince, es y será el jugador más valioso de un equipo que sin él, practicamente sería imposible que pudiera derrotar a Buffalo o a Cinncinati.
Mahomes, sin lugar a dudas, es hoy la mayor figura en la NFL, es la inspiración de millones de niños y la admiración de todos los adultos que somos fanaticos de este deporte. Con lo que hizo ayer, Mahomes una vez más se convirtió en el referente que todas las marcas quisieran tener.
Por el lado de Djokovic, el serbio igualó a Rafael Nadal como el tenista con la mayor cantidad de Grand Slams ganados con 22. Sin embargo, el mundo del tenis no se le rindió como lo hubiera hecho con Nadal o Federer, o como el mundo del Fútbol Americano ahora se le rinde a Patrick Mahomes, no obstante que hizo algo que nunca más un tenista va a poder lograr.
Djokovic, no solo alcanzó su Grand Slam número 22, (número que terminará superando este año y dejando atrás a Nadal), sino que además es el unico tenista que ha ganado todos los Masters 1000, incluyendo el torneo de Maestros. (Nadal nunca pudo ganar Miami y Paris, Federer nunca pudo ganar Roma y Montecarlo) además de ser el tenista que más semanas ha estado como número uno del mundo (374 por 310 de Federer).
Si tomamos en cuenta los primeros tres Grand Slam (Australia, Roland Garros y Wimbledon), desde el año 2006, sólo un tenista distinto a Federer, Nadal o Djokovic, ha podido ganar un Grand Slam en cada uno de estos torneos (Wawrinka en Australia 2014 y Roland Garros 2015, así como Murray en 2013 y 2016 en Wimbledon).
Por lo demás en 51 de 55 ocasiones, ha sido Djokovic, Nadal o Federer quien se llevó el torneo. Y ante el retiro de Federer y las lesiones de Nadal, parece que sólo Djokovic podrá seguir ganando Grand Slams. Sin embargo, parece que este no es la historia que los fanaticos del tenis quieren ver, como podría pasar en otros deportes en donde el ícono del deporte es a quien los aficionados quieren ver ganar siempre: Messi, Mahomes, Jordan, Woods, Schumacher, Phelps, Usain Bolt, etc.
En el tenis, los aficionados amaban ver ganar a Federer o Nadal, pero cada Grand Slam ganado por Djokovic pareciera que fue otro Grand Slam perdido para la nueva figura que los amantes del tenis quieren como ícono de su deporte. Y aunque Djokovic diga que no, ha tenido que aprender a vivir con ello. En el caso del Futbol Americano, los aficionados dejaron ir a Tom Brady y le dieron la bienvenida sin mayor recelo a sus tres nuevos fenómenos a los que quieren ver ganar cada domingo: Patrick Mahomes, Josh Allen y Joe Burrow.
Si pusieramos una analogía entre tenistas y mariscales de campo, yo diría que Tom Brady sería Roger Federer, Mahomes sería Nadal, Allen sería Djokovic (pero con más charm) y Burrow sería Carlos Alcaraz. Y a diferencia del tenis que todos van de salida, menos uno, en el futbol americano nos queda una década para poder distrutar las hazañas de este nuevo “Big Three” como la que vimos este fin de semana.
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