En 2021 fueron las Finales de la WTA, en 2022 el Abierto de Zapopan creció a un torneo de categoría 1000 y todo indica que así seguirá. Gustavo Santoscoy, director del Guadalajara Open y la empresa Octagón, que tiene los derechos, han hecho lo que tenían que hacer para hacer de la Perla Tapatía el nuevo hot spot del circuito femenil. Al menos las jugadoras han repetido una y otra vez que aman la ciudad mexicana y la vibra de su gente.
Sin embargo, no se puede ocultar el hecho de que la baja de cuatro Top 10 del cartel original generó disgusto en la afición y prensa nacional. Coco Gauff, reciente ganadora del US Open, la No. 2 del mundo, Iga Swiatek; la campeona de 2022, Jessica Pegula, y la ganadora de Wimbledon el año pasado, Elena Rybakina, decidieron no hacer el viaje a nuestro país de última hora debido a lo mal que resultó la logística del calendario estas semanas.
Tras la exigencia del último Grand Slam del año, la altitud mexicana no les favorecía previo a iniciar la gira asiática, por lo que las nuevas favoritas son la No. 7 Ons Jabeur y la No. 9 María Sákkari, quien llegó a la final de 2022 y busca revancha.
Lo positivo es que es un torneo apenas en crecimiento, con un largo camino por recorrer bajo la presión de ser ahora un WTA 1000. El Guadalajara Open tiene un potencial enorme, ya que a pesar de no ser mandatorio, los puntos en juego de cara al cierre de temporada pueden resultar claves para las ocho mejores del mundo.
Y ahora que se reveló que las WTA Finals serán una vez más en México en noviembre, en Cancún, hay que dimensionar no solo el camino que se está abriendo para el país como referente del mejor tenis femenil, si no lo histórico que es tener a las tenistas de élite aquí.