Columna de Raquel Pérez de León

Azúcar o grasa, ¿qué es peor para nuestro cuerpo?

Las grasas siempre han sido consideradas como los peores villanos para el organismo. Sin embargo, hay de grasas a grasas, y déjame decirte que los azúcares no se quedan atrás. ¿Qué es peor, y en qué sentido?

En cuestiones de bajar de peso, nos debemos cuidar más del azúcar. Y no hablamos únicamente de no engordar, también está relacionada con problemas graves a la salud: sobrepeso, obesidad, hígado graso, caries dental, riesgo cardiovascular, síndrome metabólico y diabetes tipo 2.

El azúcar como tal no es un nutrimento esencial, es decir, que no necesitamos incluirla diariamente en nuestra dieta, pues no aporta ningún beneficio a la salud. Me refiero a los refrescos y bebidas azucaradas, dulces, cereal de caja, galletas, pan, barritas de cereal, mermeladas y salsas como la cátsup. No quiere decir que nunca podamos comer estos alimentos, pero sí limitar su consumo a únicamente de vez en cuando.

¿Por qué engorda el azúcar? Cuando consumimos los productos antes mencionados, nuestros niveles de glucosa o azúcar en sangre se disparan rápidamente. Ese disparo de azúcar hace un llamado a la insulina. La insulina es una hormona producida por el páncreas, y es la encargada de “empacar” lo que comemos. Lo malo es que, cuando la cantidad de azúcar consumida es excesiva, ese sobrante que el cuerpo no utiliza, es convertido en grasa, y así es como la insulina lo almacena. Grasa es igual a lonjitas. Por eso es que el azúcar es nuestro peor enemigo en cuanto a la engordadera. Ese efecto no sucede a la hora de consumir grasas, ahora te explico.

Las grasas tienen muy poco impacto sobre la insulina, por eso es que no nos hacen subir de peso aunque contengan muchas calorías. El problema de la grasa, en cuanto a temas de salud, es que no todas son saludables. Las buenas son las vegetales, presentes en el aguacate, aceite de oliva, cacahuates, nueces, almendras, etc. Y las malas son las de origen animal (como la piel del pollo y la carne con mucha grasa), los aceites para cocinar y las grasas trans, (presentes en los alimentos procesados). Este tipo de alimentos en exceso, sí pueden incrementar nuestros niveles de colesterol en sangre y aumentar el riesgo de enfermedades del corazón.

Por eso es importante llevar una dieta equilibrada, abundante en frutas, verduras, rica en fibra y nunca olvidarnos de hacer ejercicio.


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